El motivo para la carrera contra reloj fue el desvanecimiento de un hombre que viajaba en el ómnibus
Natalia López Moya, La Habana |
Una guagua a toda velocidad y haciendo sonar con insistencia su claxon cruzó la mañana de este lunes la calle Carlos III en Centro Habana. El vehículo, cargado de pasajeros a esa hora de alta demanda del transporte urbano, enfiló hacia el Cuerpo de Guardia del cercano Hospital Clínico Quirúrgico General Freyre de Andrade, conocido popularmente como “Emergencias”. El motivo para la carrera contra reloj fue el desvanecimiento de un hombre que viajaba en el ómnibus que hizo manifestarse el talante solidario del conductor de la ruta.
“El muchacho que iba al lado se dio cuenta de que se estaba desplomando”, contó a 14ymedio una de las pasajeras, mientras el P15 aguardaba a las afueras del Emergencias y el chofer trataba de poner a resguardo al hombre que colapsó. “Yo lo traje hasta aquí porque soy responsable mientras está en mi vehículo, ahí no se me puede morir, ¡pero ahora hace falta un médico!”, clamaba el trabajador de la Empresa Provincial de Transporte ante la parsimonia de un hombre que limpiaba el área de acceso al Cuerpo de Guardia y la ausencia de galenos.
Asomados a las ventanillas, muchos de quienes esperaban dentro de la guagua se desesperaban no solo por el paso de los minutos, sino porque la “operación salvamento” de aquella vida, liderada por el conductor y apoyada por los viajeros, parecía haberse topado contra el muro de la falta de personal y la desidia que recorren al entramado de Salud Pública en Cuba. Finalmente, el propio chofer gestionó una camilla y tuvo que dejar allí, en un pasillo y aún sin que un especialista viera al convaleciente cliente.
“No se sabe si era un ataque al corazón o si se desmayó de hambre, en estos días la gente se cae como pollos y la respuesta más clara es que a lo mejor no desayunó”, contó a este diario una mujer que también viajaba en el ómnibus cuando ocurrió el suceso. “Tuvo suerte de encontrarse con un chofer decente, pero ahora le espera la peor parte, que lo atienda un médico”. Los reclamos que se escuchaban desde el interior del vehículo llenaban la estrecha calle de acceso al hospital y provocaron que varios vecinos se asomaran a su balcones.
“¿Una bronca en una guagua?”, preguntó un transeúnte que escuchó el barullo. “No, uno que se desmayó”, respondía desde el interior del Emergencias el acompañante de otro paciente, también a la espera de alguien con bata blanca. El P15 debió partir, el chofer cosechó aplausos y felicitaciones una vez que volvió al vehículo; pero muchos se quedaron con la vista puesta en el Cuerpo de Guardia que se alejaba. “¿Se habrá salvado?”, indagó uno de los que ayudó a cargarlo hasta el interior del hospital. Silencio.
Ante las grandes paradas de la vida: nacer, morir o lograr llegar a tiempo a un destino en una guagua habanera, pocos tienen respuestas.
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