LA HABANA, Cuba. – Como cada 28 de octubre, la Iglesia Parroquial de San Judas Tadeo, en Centro Habana, amaneció llena de feligreses que, en el día del santo homónimo, elevan sus súplicas por su intercesión divina en la difícil situación económica, política y social que atraviesa el pueblo cubano.
La fe religiosa acompaña a los cubanos en su anhelo de encontrar soluciones a los problemas urgentes que enfrenta cada hogar en la Isla. Por esta razón, las calles que rodean la parroquia de San Judas y San Nicolás, en el barrio capitalino de Los Sitios, donde confluyen San Nicolás, Rayo y Tenerife, reciben a un gran número de personas a lo largo del año que rinden homenaje a este santo, conocido como “el patrón de los casos difíciles y desesperados”.
Construida en un estilo neoclásico y finalizada en 1857, la parroquia se encuentra en medio de un entorno urbano deteriorado, epicentro de constantes derrumbes.
En esta festividad del 28 de octubre, no solo se congregaron los devotos, sino también aquellos que buscaban limosnas para su sustento diario. Otros aprovecharon la ocasión para impulsar sus negocios: la venta de flores, artesanías, estampillas y velas verdes tuvo buena demanda y aceptación, salvo por algunas tensiones que se vivieron entre vendedores y autoridades del Gobierno.
Hasta sus puestos de venta, frente a la entrada principal del templo, se acercaron varias autoridades civiles a pedir licencias y decirles que molestaban en el área en que se hallaban.
“Lo que molesta realmente es el basurero que tienen en la iglesia y que no resuelven. Eso es lo que molesta”, los increpó una vendedora de flores, visiblemente molesta. “Lo que le tiene que interesar al Partido es la cochinada en la que estamos viviendo”, les gritó mientras se perdían en el tumulto.
La mujer aludía al vertedero que, por décadas, ha permanecido en uno de los laterales del templo.
Un santo para tiempos duros en la Isla
San Judas Tadeo fue uno de los 12 apóstoles y lleva el apellido Tadeo para diferenciarlo de Judas Iscariote, el traidor. La devoción hacia este santo se arraigó en la Europa medieval, particularmente en el siglo XVI.
Su oración es recitada en momentos de aflicción o cuando se siente que no hay ayuda disponible. Muchas personas llevan consigo cada día medallas de San Judas Tadeo y estampitas. Estos objetos son venerados como una protección y a la vez sirven como un recordatorio de la oración al santo en cada momento difícil y en cada causa desesperada. En días como estos, los devotos y visitantes de la parroquia suelen vestir de verde y blanco y encender velas del mismo color.
En el contexto del sincretismo religioso afrocubano, San Judas Tadeo es poco reconocido. Para los seguidores de la santería, se asocia con Abbata, el enfermero que acompaña a Inle, el médico divino, lo que lo relaciona con los trabajadores de la salud. Otros lo consideran una manifestación de Oggún. Lo cierto es que su veneración atrae a muchos al pequeño espacio donde se encuentra la imagen más conocida del santo en La Habana.
Desde la década de 1990, coincidiendo con la grave crisis económica y social que enfrentó el país tras la caída del bloque socialista, Cuba vivió un resurgimiento religioso que modificó la compleja relación entre religión y Estado. De acuerdo con investigaciones del Departamento de Estudios Socio-Religiosos del Ministerio de Ciencia y Tecnología del país, aproximadamente el 85% de la población cubana se identifica con algún sentimiento religioso.
Por otro lado, la Iglesia Católica cubana estima que cerca del 60% de la población está bautizada, aunque es difícil determinar cuántos nacionales son practicantes en una sociedad donde el sincretismo religioso, que mezcla el culto yoruba con el catolicismo, es común. La realidad es que los cubanos han aprendido a pedir favores tanto a sus santos católicos como a sus orishas, solicitando desde vivienda hasta visas.
Un “tramitador” de visas en medio de una ola migratoria
Conocido como “el abogado de las causas imposibles”, en Cuba San Judas Tadeo ha sido rebautizado como “el patrón de las visas”, motivo por el que los devotos de la Isla recurren a él.
Desde hace más de 40 años, los cubanos han comenzado a invocarlo especialmente para obtener visas que les permitan salir del país. Los fieles más antiguos de la parroquia de San Judas relatan que, en los inicios de la Revolución, en la década de 1960, un hombre rogó al santo por ayuda para conseguir una visa, emigró a Estados Unidos y así se inició un culto que también tiene presencia en Miami.
El templo habanero, que es el único dedicado a San Judas en Cuba, ha acumulado a lo largo de los años un fervor particular: cada 28 de octubre se llena con miles de visitantes provenientes de toda la Isla. Esta asistencia masiva es considerada un indicador sociológico de las realidades que vive el país. Según expertos, la gran afluencia a la iglesia refleja la respuesta del pueblo a las crisis y situaciones adversas que enfrenta.
De acuerdo con el Departamento de Estudios Socio-Religiosos, “la religión puede entenderse como termómetro de cómo se vive, se piensa y se siente en una sociedad. Además, al conformar el universo de las representaciones interviene en la definición del sentido y en la orientación de las prácticas sociales. Contradictorio, dinámico y multideterminado, lo religioso puede convertirse en un parámetro valorativo del desarrollo y tensiones al interior de la sociedad, instituciones, grupos e individuos”.
La fe popular asegura que San Judas es cumplidor, pero necesita que se cuente lo que ha hecho, una creencia que justifica todas las historias de milagros a desesperados que rondan su templo. Según la web de Cuban Studies, en la Isla “los beneficiarios de la advocación de San Judas ante Dios siempre se apresuran a transmitir sus relatos milagrosos, como la curación de un cáncer infantil en los peores momentos posibles del Período Especial o la obtención de múltiples visados de refugiado para escapar de Cuba en familia en un momento en que el país receptor solo entregaba un visado cada vez”.
Este año, en la celebración de su día, una familia cubana asistió a encomendar su proceso de parole humanitario; una mujer le pidió reunirse con su hija en España; otra buscaba consuelo en la oración pues su hijo abandonó la Isla.
Hay también relatos de personas que lo visitan antes de asistir a una entrevista para viajar a Estados Unidos, o de presentarse por una visa en alguna embajada, o de solicitar un permiso del Gobierno cubano para salir del país.
La crisis sistémica que afecta a Cuba, junto con un aumento de la represión política en los últimos años, ha generado la ola migratoria más significativa en la historia del país. Entre 2022 y 2023, Cuba perdió más de un millón de ciudadanos, según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONEI).
La mayoría de estos cubanos ha arribado a Estados Unidos. De acuerdo con las estadísticas de inmigración estadounidense, desde octubre de 2021 hasta junio de 2024, 645.122 nacionales de la Isla llegaron al país norteamericano en busca de asilo a través de la frontera con México y mediante el programa de parole creado por la administración de Joe Biden.
Según Jorge Duany, un experto en inmigración que dirige el Instituto de Investigaciones Cubanas de la Universidad Internacional de Florida (FIU, por sus siglas en inglés), esta masiva fuga puede interpretarse como una manifestación del descontento generalizado con la situación económica y política de la Isla. “Miles de cubanos, especialmente los más jóvenes, han perdido la fe en el futuro de su país y han decidido buscar mejor fortuna en el extranjero”.