MIAMI, Estados Unidos. – Acaba de concluir la cuadragésima Feria del Libro de Miami que produce en su integridad Miami Dade College, junto a generosos patrocinadores y una tropa laboriosa de voluntarios que no se quieren perder la oportunidad de colaborar durante ocho días ―de domingo a domingo―, con la más importante convocatoria cultural internacional que acontece en nuestra comunidad.
Es significativo volver a subrayar que se trata del único evento de tal categoría donde concurren numerosos escritores cubanos que optaron por la libertad.
Durante la Feria del Libro de Miami estos autores mostraron la energía estética y conceptual que emerge de expresarse sin obstáculos ideológicos.
Poetas como Carlos Pintado, Legna Rodríguez, Oneyda González y Rosie Inguanzo, quienes abrieron las sesiones del Programa de Autores Iberoamericanos de la Feria de Miami, con presencia cubana, leyeron sus poemas en un salón colmado de entusiastas coterráneos.
La Feria del Libro de Miami también fue performance como lo demostraron dos clásicos: Santiago Chago Rodríguez (Buscando a Inés en la Calle 8) y Armando López (Boleros prohibidos), capaces de encandilar a los presentes con una batería de conocimientos, anécdotas y verdades, contadas desde el buen humor y la experiencia.
Hace apenas unos años, el evento de Miami solía lidiar con editoriales de renombre o establecidas, y ahora ha resultado ser el sitio donde las casas editoras independientes cuentan con un foro respetable que enaltece tan noble e importante labor.
Por solo anotar un ejemplo, Ediciones Furtivas, fundada y dirigida por Karime Bourzac, ya ostenta un catálogo con figuras consagradas y voces nuevas de la literatura cubana, en una colección de libros diligentemente elaborados y vistosos.
Bourzac no solo se conformó con tener a varios autores presentes en las sesiones de la Feria, sino que también se agenció un quiosco, donde la encontré siendo entrevistada por el inquieto e irreverente escritor, editor e influencer Ignacio Granados.
Pensadores de la talla de Ernesto Fundora (Instinto de barricada), Faisel Iglesias (El pacto social posmoderno) y Alfredo Triff (¿Por qué el pueblo cubano (aún) apoya al castrismo?), quienes reflexionan profunda y filosóficamente sobre temas contemporáneos, incluso más allá de la circunstancia cubana, me hicieron saber lo satisfecho que se sintieron con el desenvolvimiento de sus respectivas presentaciones y la respuesta del público presente.
José Fernández Pequeño puso a la consideración de los lectores un libro que reivindica la importancia del dominicano Max Henríquez Ureña en el panorama cultural de Cuba a principios del siglo XX (En el espíritu de las islas: Los tiempos cubanos de Max Henríquez Ureña), mientras la investigadora Gabriela Guerra, llegada de México, hacía otro tanto con la figura de Eliseo Alberto Diego (Nostalgia, una era imaginaria. Estudio de la nostalgia en la obra de Eliseo Alberto Diego).
En la misma sesión, Ernest G. presentó Secretos de la Pequeña Habana, una obra que es el resultado de su fascinación con el mítico barrio.
Aunque el drama cubano sigue siendo la fuente primigenia de quimeras literarias hay escritores que han explorado fuera de tan angustiosa frontera como es el caso de Alejandro Robles, quien se presentó en la Feria con un libro inclasificable y, por lo mismo, sumamente atractivo titulado Gabinete de dragones, publicado en España por Eolas Ediciones, con prólogo de quien lo recomendó, el reconocido historiador y escritor peruano Fernando Iwasaki, hechizado con las ocurrencias del cubano.
Durante su comparecencia, Robles confesó la obsesión que sintió desde pequeño por los dragones, mito presente en numerosas culturas ancestrales y que recrearlos literariamente era su manera de exorcizar tal encanto.
El libro enumera 80 textos breves, donde reina el dragón de manera dramática o humorística, que en ocasiones Robles se toma la licencia de atribuir a famosos autores.
Gabinete de dragones es el resultado de una imaginación sin cortapisas. Arte poético fríamente calculado. Componente de la sofisticación que la literatura cubana necesita para vencer la perturbación de cotidianeidad que en ocasiones la abruma.
Las ferias del libro existen para estos descubrimientos insospechados y, en el caso de los autores cubanos, para montar un país de letras en espera de recuperar el que nos han secuestrado.
ARTÍCULO DE OPINIÓN Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no necesariamente representan la opinión de CubaNet.
Sigue nuestro canal de WhatsApp. Recibe la información de CubaNet en tu celular a través de Telegram.