Después de un año sin funcionar, la Refinería Ñico López, en La Habana, volvió a procesar crudo esta semana, siendo la responsable –según las autoridades cubanas– del insoportable olor a gas que miles de capitalinos denunciaron con preocupación este fin de semana. Las quejas se multiplicaron entre el sábado y el domingo en distintos municipios, forzando a la estatal Cuba-Petróleo (Cupet) a dar explicaciones.
“Esta operación de la refinería, unido a la calma del aire que ha existido en los últimos días (sobre todo en horas de la madrugada y la mañana), ha ocasionado que los gases, producto de la combustión en la antorcha, generen los olores detectados en algunos repartos de La Habana”, dijo la compañía en un comunicado enviado a la prensa oficial.
El texto afirma que los operarios recorrieron las zonas desde las que se recibió una alerta por olor a gas para verificar las redes, sin haber encontrado ninguna causa que pudiera explicarlas
El texto afirma que los operarios recorrieron las zonas desde las que se recibió una alerta por olor a gas para verificar las redes, sin haber encontrado ninguna causa que pudiera explicarlas.
Sin embargo, para el reinicio de las actividades en la Ñico López se “revisaron los sistemas de manipulación de los gases no condensables de desechos, comprobando que los mismos fueran dirigidos a la antorcha o flare para su quema, que es el destino tecnológico que deben recibir”. Esa es la causa de los olores, según la empresa, que promete un control permanente del funcionamiento de la quema de la antorcha para “minimizar estos efectos desagradables”.
Además, la nota indica que el Centro de Investigación del Petróleo de Cuba mantiene dos grupos de trabajo “activos y en constante intercambio con la población” para medir la calidad del aire y tomar las medidas oportunas e informar de lo que sea necesario. “Reiteramos a los clientes de gas licuado y manufacturado que perciban olor a gas en sus hogares e instalaciones, que deben comunicarse con la empresa respectiva y hacer su reporte por los canales establecidos”, reza el texto.
Las explicaciones, sin embargo, no han satisfecho a buena parte de la población, como se observa en los comentarios de los usuarios a la nota. La mayoría de habaneros señalan que el olor es excesivamente fuerte, aun con puertas y ventanas cerradas, y que no ha dejado de sentirse en los últimos días, provocando en algunas personas dolores de cabeza. Además, muchos de ellos manifiestan haber sentido miedo ante la posibilidad de que se produjera una explosión.
En la mente de los habaneros siguen frescas las dos tragedias vinculadas al combustible del pasado año, una de ellas en el mismo corazón de la capital, la explosión del hotel Saratoga, que dejó 47 personas fallecidas. Aquel incidente, que se produjo el 6 de mayo en La Habana Vieja, se debió presuntamente a una mala manipulación del gas licuado desde un camión hacia la cisterna del Saratoga, aunque los informes de la investigación siguen siendo un misterio para la población.
Algunos residentes han pedido explicaciones al Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, al que exigen respuestas ante las posibles consecuencias que tenga para la población respirar gases de ese tipo
Días después de este suceso, muchos habaneros reportaron olor a gas que atribuyeron a otros escapes. Los bomberos afirmaron entonces que se estaba inyectando al gas una sustancia llamada metil mercaptano que producía esa sensación “para que la gente pueda detectar los salideros y demás”.
Poco más tarde, en el mes de agosto, se produjo una nueva tragedia, el incendio en la Base de Supertanqueros de Matanzas, con un saldo de 17 muertos y 142 heridos. De ellos, 14 fallecieron mientras intentaban extinguir las llamas provocadas presuntamente por la caída de un rayo. Cuatro de los ocho depósitos de la base de almacenamiento, la mayor del país, ardieron completamente provocando nuevas explosiones y llamaradas de varios metros.
En las últimas horas, algunos residentes en los municipios más afectados han pedido explicaciones al Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, al que exigen respuestas ante las posibles consecuencias que tenga para la población respirar gases de ese tipo.
A ello hay que sumar la contaminación que emiten las centrales flotantes turcas que se encuentran instaladas en el puerto de la capital –a las que se suman las de Santiago y Mariel– dejando una cortina de humo a diario sobre la ciudad más poblada de la Isla. Según unos documentos de República Dominicana sobre las mismas patanas que tiene alquiladas Cuba, las chimeneas de las plantas emiten 100 miligramos de NOx por cada metro cúbico y 290 de CO a una temperatura de 45 ºC.
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