Saturday, September 21, 2024
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Cuba: la violencia está en el aire

LA HABANA, Cuba. – “Salir, lo menos posible. Discutir, con nadie”, así me aconsejaba un amigo que, debido a la violencia creciente en Cuba y la falta de seguridad, ha decidido recluirse en su casa a “esperar que cambien las cosas”, aun estando consciente de que probablemente la situación escale a peor, en la medida que la crisis económica se agrave.

Tan solo este último fin de semana se supo de una maestra que murió acuchillada en medio de una pelea entre alumnas, también de un joven comerciante que fue asesinado por otro en una discusión por un puesto de ventas en una feria, así como de varias mujeres atacadas por sus exparejas, entre muchísimos actos de violencia que ni siquiera llegan a la prensa independiente —la única que los reporta, ante el silencio de los medios oficiales—, pero que presenciamos a diario en nuestro entorno.

Unos más “subidos de tono” y otros a los que ya no damos importancia o dejamos pasar porque ocurren todo el tiempo y ya son parte de nuestra rara “normalidad”: la colera y la tendera que nos gritan, el portero que nos ignora o nos empuja, el taxista que no da los buenos días y nos ensordece con la música a todo volumen, el policía y el gerente que nos regañan y amenazan por tomar una foto donde no hay señales que lo prohíban, el papá y el maestro que castigan al niño por negarse a decir que será “como el Che”, el ministro de Cultura que arrebata un teléfono, el gobernante que ordena la represión.

Ocurren todo el día, no siempre dejan muertos o heridos pero son pequeños episodios de violencia que son el embrión de lo monstruoso junto con ese malestar que no nos abandona y que proviene del modo violento en que se generan casi todas las decisiones del régimen comunista. 

Incluso cuando pareciera que no, porque no ha sido dada una “orden de combate” de modo explícito, la violencia —y además el deseo de irritar— está presente en algo tan sencillo como nombrar a Alexis Triana como presidente del ICAIC cuando los ánimos de los cineastas cubanos aún no se calman por los últimos actos de censura y, precisamente, eligen como “interlocutor oficial” al paradigma del censor, rehabilitado por Miguel Díaz-Canel pero en su momento defenestrado por Fidel Castro y enviado como castigo a Holguín por pasarse de “gracioso” en una publicación censurada.

Así que de cierta forma Alexis Triana, el “castigado-rehabilitado” es un producto —o subproducto— de esa violencia que se solapa tras la censura, y habiendo sido víctima alguna vez, hoy rehabilitado deviene en censor porque de ese modo los “amaestra” el sistema.

De modo que, conociendo de quién se trata el reemplazo de Ramón Samada, la protesta publicada por la Asamblea de Cineastas, en buena medida es una reacción a ese acto de violencia y de burla que hay detrás del nombramiento, porque si aquel era un “malo conocido” este de ahora no es para nada un “bueno por conocer” sino, en todo caso, un resentido “rehabilitado” y ya sabemos cuánta violencia se oculta en los resentimientos.

Pero volviendo a la violencia, más allá del ICAIC y los “misterios de Cultura” —que no ministerio—, están los resentimientos, las frustraciones, las decepciones y los desencantamientos, la desesperación, entre los principales ingredientes de eso que estamos viviendo hoy con temor en las calles cubanas, porque todos estamos potencialmente expuestos a sufrirla, incluso encerrados en nuestras casas bajo siete llaves.

Igualmente está la falsa idea sembrada por el discurso oficial de que “todos somos iguales” cuando son evidentes las diferencias, los privilegios de clase, el estímulo a la mediocridad y al servilismo, los obstáculos al emprendimiento y la prosperidad cuando no media un pacto de complicidad política con el gobierno.

Han sido tantos años de inculcar las nocivas ideas de alcanzar el éxito haciendo trampas sin trabajar, disimulando ambiciones y envidias en las falsas lealtades, recompensando al vago y al delincuente que gritan “Viva Fidel” y apaleando al honrado por tan solo murmurar “abajo la dictadura”, que la violencia en sus manifestaciones más leves, sutiles, se nos vuelve invisible cuando en realidad es nuestro principal modo de interactuar entre nosotros.

ARTÍCULO DE OPINIÓN Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no necesariamente representan la opinión de CubaNet.

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