Uno de los secretos mejor guardados por las autoridades cubanas es el costo de las patanas turcas que, desde 2019, contribuyen a aliviar los apagones en la Isla. Ante el silencio de los responsables, 14ymedio fue a buscar la información en República Dominicana, que ha contratado dos centrales flotantes (180 MW en total) por las que paga 40 millones de dólares por una duración de 42 meses. Si se aplica el mismo cálculo en Cuba, donde hubo siete patanas y ahora solo quedan cinco, con una capacidad de 490 megavatios (MW), el costo sería de 109 millones de dólares para el mismo período, o unos 31 millones al año.
No obstante, tanto las autoridades cubanas como los directivos de la compañía turca han sido de todo menos transparentes sobre los acuerdos pactados. Las aplicaciones de rastreo marítimo no ofrecen información actualizada sobre la posición de las embarcaciones y ha sido necesario que 14ymedio mande a sus reporteros a los puertos para comprobar visualmente la presencia de las patanas.
El más reciente video promocional de Karpowership, publicado el 17 de agosto, se jacta de su presencia en múltiples países de África, Asia y Latinoamérica, incluyendo República Dominicana. Aunque Cuba no figura en el mapa de los socios de la compañía en la región, las imágenes muestran a la más potente patana contratada por la Isla –la Suheyla Sultan, de 240 MW y conectada a la termoeléctrica de Tallapiedra, en La Habana– pero la ubica en el puerto dominicano de Pueblo Viejo.
La Habana, a diferencia de Santo Domingo, no ha firmado contratos a largo plazo con Karpowership sino acuerdos puntuales
Es probable que esto se deba a que La Habana, a diferencia de Santo Domingo, no haya firmado contratos a largo plazo con Karpowership sino acuerdos puntuales. Otro síntoma de inestabilidad de las patanas en la Isla ha sido la intermitencia del suministro de fueloil (también llamado combustóleo) para su funcionamiento.
En su reporte de este lunes, el director técnico de la Unión Eléctrica, Lázaro Guerra, aseguró que, tras semanas de escasez, se contaba con suficiente “disponibilidad de combustible”, desde ese día, para echar a andar las patanas instaladas en Mariel, detenidas por el déficit de petróleo. El directivo explicó que otras centrales flotantes habían padecido el mismo problema, pero garantizó que la situación “ha ido mejorando”.
Según pudo comprobar 14ymedio este martes, la Belgin Sultan (15 MW) y la Suheyla Sultan (240 MW) están ancladas en el puerto de La Habana, mientras la Erin Sultan (130 MW) está conectada a la termoeléctrica Antonio Maceo en la península de Renté, en la entrada de la bahía de Santiago de Cuba. No se pudo confirmar visualmente la situación en Mariel, ya que el acceso al público está restringido, pero las imágenes tomadas por Google Earth documentan la presencia de dos centrales turcas, la Baris Bay (40 MW) y la Ela Sultan (65 MW).
El pasado julio, durante las sesiones del Parlamento, el ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, informó de que dos patanas habían abandonado la Isla tras haber “cumplido sus contratos”, lo que representaba 170 MW menos para el Sistema Eléctrico Nacional (SEN). El académico y especialista de la Universidad de Texas (EE UU) Jorge Piñón señala que “las plantas turcas han sido un salvavidas para el SEN con una aportación de 2.591 GWh, el 14,2% de la generación bruta en 2022”.
La salida de circulación de ambas centrales dio lugar a una polémica sobre una posible retirada de los barcos turcos, a partir de la cual las autoridades se volvieron aún más herméticas sobre la gestión de las embarcaciones.
El ministro se limitó entonces a insistir en la información que había ofrecido al Parlamento y aseguró que en la Isla operaban todavía seis centrales flotantes. Sin embargo, es posible que estuviera contando a la Karadeniz One, que es en realidad una embarcación de apoyo, y que el pasado 5 de agosto volvió a La Habana para sustituir a otro remolcador turco, el Gultekin Bey.
Por su parte, la Irem Sultan –que abandonó Santiago de Cuba el pasado abril– y la Esra Sultan se encuentran en República Dominicana, cuyo Gobierno firmó con Karpowership el pasado junio un contrato para instalarlas de modo “definitivo”, tras numerosas discusiones por el daño ambiental que provocan, en el municipio costero de Pueblo Viejo de Azua, a unos 120 kilómetros al oeste de la capital, Santo Domingo.
Las centrales forman parte de un proyecto energético denominado Powership Azua, autorizado por la Comisión Nacional de Energía y gestionado por la subsidiaria dominicana de Karpowership. Ambas patanas funcionan con fueloil y tienen a bordo, según documentos gubernamentales, “alternadores eléctricos, una subestación, tanques de agua potable, aguas residuales y sedimentos, tanques de almacenamiento de combustible líquido, oficinas y talleres”.
Además, el proyecto cuenta con un muelle, una barcaza para guardar combustible e instalaciones auxiliares, que añadidos al gasto de mantenimiento de la central, suman 42,8 millones de dólares. En cuanto a Cuba, las centrales flotantes necesitan condiciones similares para su funcionamiento óptimo aunque, a diferencia de lo que ocurre en Dominicana, las patanas están directamente conectadas a termoeléctricas en Mariel, La Habana y Santiago.
Las patanas siguen siendo “el mejor negocio” para Cuba en lo que a energía se refiere, según aseguró en febrero De la O Levy. El ministro, que ha aludido en numerosas ocasiones a las centrales flotantes como una “gran inversión” que suscita “inquietudes” en la población, solo ha dejado un número claro: 17, la cantidad de años que tardará Cuba en pagar –a través de una cuota mensual– un costo que el Gobierno no acaba de revelar.
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