LA HABANA, Cuba. – Una familia cubana, a falta de frijoles, se inventa un potaje con semillas de mamoncillos. Probablemente los gobernantes cubanos, en su afán por adornar el desastre con eufemismos, lo llamen “resistencia creativa” pero en realidad se trata de uno de tantos signos de la hambruna que hoy padecen millones de cubanos que intentan en vano sobrevivir con sus salarios.
A falta de frijoles, un emigrado cubano sobrado de ambiciones se inventa una marca de alimentos con su nombre, bajo sendas licencias de los gobiernos cubano y estadounidense, y no solo los vende en dólares (no en moneda nacional) y los distribuye a domicilio con su propia empresa de envíos a Cuba desde Miami sino que la cúpula del Partido Comunista autoriza a su prensa a que le hagan un reportaje para la televisión nacional para, disimuladamente, promover las ventas de esa empresa que también les sirve de ejemplo en lo de la “resistencia creativa”, aunque en este caso se trate del “capítulo de secreto y de lujo” de esa ridícula “teoría” que lo mismo sirve para darse golpes en el pecho por haber inventado una vacuna contra el coronavirus SARS-CoV-2 (al costo de dejar de producir medicamentos esenciales y hasta el oxígeno imprescindible en las salas de terapia) que para justificar la incapacidad del Gobierno para encontrar soluciones a los problemas, dejando estas en mano de las personas, en un evidente “sálvese el que pueda”.
Del potaje de mamoncillos (y del señor que allá por el Oriente cubano, donde la hambruna azota con más agresividad, se alimenta de tiñosas) no se hace eco la prensa oficial. Es demasiado “fuerte” pero, además, no les sirve de mucho en las más nuevas “directrices” de esa “resistencia creativa” que hace énfasis en la obligatoriedad de emigrar (y de fingirse “fiel”) que tiene el ciudadano cubano para “encajar” en la economía del régimen puesto que aquella otra “fórmula” de quedarse y “sembrar tu pedacito” se sabe que es solo una canción de cuna para dormir ingenuos.
Nunca, por mucha voluntad que se tenga de modo individual, se podrá producir alimentos en cantidad suficiente para alimentar a un país cuya economía ha sido diseñada para vivir de la caridad pública y de trampas sucesivas para vaciar los bolsillos del que viene de “afuera” y del que, de manera ingenua, cree en la posibilidad de crecer económicamente solo desde adentro.
Así tampoco se podrá generar riquezas bajo un régimen impopular que, para sostenerse en el poder, incentiva la corrupción, premia la mediocridad siempre que pueda ser confundida con la lealtad política y emplea casi todos los recursos en la autoprotección.
Y parte de esa “estrategia de seguridad” es precisamente mantener ese marcado “desequilibrio” entre lo de afuera y lo de adentro, donde lo último siempre estará imposibilitado de jugar bajo las mismas reglas de su contraparte, o al menos de lo que debiera serlo.
El último “diálogo” entre la “Nación” y la Emigración —que en buena lid debiera llamarse entre el régimen y su “emigración favorita” (o su “emigración ideal”, o “emigración no incómoda”) vuelve evidente no solo cuáles son las verdaderas intenciones de tal “acercamiento” sino además cuál es el esquema económico que están diseñando ahora cuando la inversión extranjera va en fuga y, sobre todo, cuando la rusificación se ralentiza y se torna demasiado peligrosa con el rumbo que toma la invasión a Ucrania (y aun cuando se haya anunciado la apertura de un mercadillo de carne rusa), así como la alianza con China no prospera a pesar de la última visita oficial en que solo se lograron aplazamientos y renegociaciones de deudas pero no su total anulación.
El escenario real del aquí y ahora en Cuba es precisamente lo que es evidente en ese esquema: un pueblo que deberá sobrevivir re-chupando semillas de mamoncillos y unos emigrados que están llamados a sostener económicamente al propio régimen que los obligó a dejar el país.
Una emigración dispuesta a convertirse en una generación de “mulas 2.0” por tal de realizar ese tonto sueño de “hombre de éxito” en el barrio que la vio huir y alejarse, y que hasta la repudió con huevazos por “gusanos” y “traidores”, pero que hoy tiene al vecindario comiendo de su mano, o mejor dicho, de sus mipymes, en tanto el Gobierno no tiene ni pan ni agua que ofrecer.
Si hoy, finalizando el 2023, la televisión oficial elogia en su noticiero los frijoles carísimos y en dólares del emigrado “emprendedor” mientras criminaliza al carretillero criollo luchador por cuenta propia por decidir el precio en que vende su mercancía cosechada en Alquízar, y no empaquetada en Miami, es evidente de qué va este juego al que llaman socialismo, así como nombran “canasta básica” a una jaba completamente vacía.
La moraleja una vez más es la misma desde los años 60: hay que emigrar para poder ganar como cubanos de afuera lo que el régimen niega a los cubanos de adentro. Quedarse siempre significará permanecer amarrados, castigados, entre el potaje de mamoncillos y los frijoles carísimos de Hugo Cancio.
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