Friday, September 20, 2024
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“Cuando estoy con un cliente digo 'Esto es por mi hija' y cierro los ojos”

MIAMI, Estados Unidos. – En Sancti Spíritus, una joven madre se bate a diario para salir a flote y mantener a su hija de apenas un año y medio. La mujer, cuyo nombre no se menciona para proteger su identidad, contó a CubaNet cómo la grave crisis de la Isla la fue dirigiendo en una sola dirección: hacia el trabajo sexual.

La joven terminó sus estudios en la escuela de Higiene y Epidemiología, pero encontró imposible trabajar en su campo debido a los bajos salarios. Los sueldos que se ofrecen en el sector, según explica, son tan bajos que no cubren las necesidades básicas de su hija, incluidos los culeros y el yogur que necesita. “Trabajaría, pero no me daría mensualmente porque son 3.000 pesos y pico y lo que gano no me da para los gastos de mi hija”, dice con desazón.

Ante la insuficiencia de los ingresos formales, ha optado por la prostitución para mantenerse a sí misma y, sobre todo, a su hija. “Esta es la única vía más fácil de ganar bastante o al menos dinero para poder comprar los Pampers de mi hija, poderle comprar la comida que le hace falta, poder alimentarme yo porque no cuento con el padre”, explica.

A pesar de los ingresos que la prostitución puede aportar, el alto costo de la vida en la Isla, que vive la peor de sus crisis en 60 años, diluye sus ingresos. “Hay veces que los clientes me dan 3.000, 5.000… El que está muy apretado me da 2.500. ¿Qué cosa son 3.000 pesos? 3.000 pesos los tengo yo en estos momentos, salí a la calle y los gasté ya. No da para nada, ni 5.000.”

Además de los desafíos económicos, la joven enfrenta la escasez diaria que agobia a la inmensa mayoría de los cubanos. “Esta situación está muy dura. Los medicamentos ni aparecen. Está muy dura porque el arroz está a 200 pesos, el pomo de yogur a 350”, relata.

A pesar de las circunstancias, encuentra un pequeño consuelo en el bienestar que puede proporcionar a su hija: “Por un lado me siento bien y por otro lado me siento mal. Cuando estoy con un cliente digo ‘Esto es por mi hija’ y cierro los ojos. Y cada vez que llego con algo de dinero para mi hija siempre me siento feliz y contenta”.

Resuelta y sin importarle el estigma, se mantiene enfocada en el futuro de su hija. “A mí no me importa lo que piense la gente de mí, yo lo hago por mi hija y lo hago por un motivo. Claro que estoy dispuesta a trabajar y a sacar mi grado 12 también. Yo pienso que algún día pueda salir a flote por mi esfuerzo propio o porque llegue alguien que me pueda ayudar”, expresa.

Con la mirada puesta en un futuro mejor, sueña con un día en que su hija no tenga que enfrentar las mismas dificultades: “Veo que cuando me busque un hombre que me ayude (…) mi hija no va a pasar más trabajo, nunca se va a dar cuenta de lo que yo hice; no quiero que mi hija se entere de lo que yo hago. Yo quiero que mi hija estudie, sea grande en la vida, que no haga nunca lo que hice yo”, termina.

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