MADRID, España.- El 24 enero de 1897, apenas dos años después de que los hermanos Lumière deslumbraran al mundo con su invención del cinematógrafo y su primera película Salida de los obreros de la fábrica, los cubanos experimentaron por primera vez la magia del cine.
El suceso ocurrió en un modesto recinto ubicado en la calle Prado (126), entre San Rafael y San José —a la derecha del Teatro Tacón, ahora conocido como el Gran Teatro de La Habana “Alicia Alonso”—. La pantalla de ese improvisado cine era una sábana, que al comenzar la proyección se rociaba con agua y el aparato estaba oculto a la vista del público.
En aquella jornada inaugural, se proyectaron cuatro películas que marcarían el inicio de una nueva era para la Isla: El sombrero cómico, El regador y el muchacho, El tren y Partida de cartas.
La llegada del cine a Cuba se atribuye al francés Gabriel Veyre, representante de los hermanos Lumière y un pionero en popularizar el cinematógrafo en América Latina, especialmente en México, donde filmó cerca de treinta películas. Veyre había llegado al puerto de La Habana unos días antes en el buque Lafayette procedente de Veracruz con el cinematógrafo Lumière.
A partir de ese momento, las funciones cinematográficas para el público cubano se convirtieron en una rutina diaria, con proyecciones que se realizaban en tandas de media hora, desde las 6:30 de la tarde hasta las 11:30 de la noche. El costo de la entrada era de 50 centavos para adultos y veinte para niños y militares sin graduación.
El éxito de estas funciones llevó a las autoridades del país a permitir a Gabriel Veyre producir Simulacro de incendio (rodada el 7 de febrero de 1897), la primera película filmada en suelo cubano. Protagonizada por los bomberos de La Habana, marcó un hito en la historia cinematográfica de Cuba.
El primer cubano que se aventuró en la proyección y filmación de películas en la Isla fue José E. Casasús. Este visionario no solo llevó el cine a las provincias a través de una planta de electricidad, sino que también fue un precursor del cine publicitario. Dirigió y actuó en la película El brujo desaparecido, realizada en 1898 y asociada a la cerveza Hatuey.
El impacto de estas primeras experiencias cinematográficas en Cuba fue trascendental. La cinematografía se convirtió en una herramienta para narrar historias, documentar la realidad y, eventualmente, construir la identidad cultural del país.
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