Wednesday, November 27, 2024
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Con sangre y agujeros de balas, la última camisa del Che reta la versión de sus restos en Santa Clara

En el año 2017, el doctor Moisés Abraham Baptista, que realizó la autopsia de Che Guevara tras su captura y ejecución, lanzó un desafío a las autoridades cubanas: comprobar, a través de una prueba de ADN, que los restos encontrados por los forenses de la Isla tres décadas atrás, en una fosa de la localidad boliviana de Vallegrande y enterrados en Santa Clara, son, sin atisbo de duda, los del argentino.

Como fundamento de la comparación, Baptista ofreció a La Habana la camisa que vestía Guevara cuando fue apresado, y que conserva la sangre y el sudor del guerrillero, además de varios agujeros de balas. El médico conservaba la prenda en su casa de Puebla, en México, donde vivió tras abandonar Bolivia hasta su muerte, el pasado 2 de marzo, a los 83 años.

El Gobierno cubano, desde luego, nunca respondió a Baptista, que antes de fallecer contó su historia a dos periodistas mexicanos, Raúl Torres Salmerón y Leticia Montagner. El testimonio del boliviano, además de numerosos documentos, fotografías y artículos sobre la muerte del guerrillero, fueron recogidos por ambos autores en Yo hice la autopsia al Che Guevara. 14ymedio tuvo acceso al libro que, siete años después del reclamo de Baptista, permanece inédito.

Torres y Montagner tardaron años en convencer a Baptista de contar su relato

Torres y Montagner tardaron años en convencer a Baptista de contar su relato. Hombre discreto y al tanto del delicado calibre político de la situación, mantuvo un perfil bajo para no ser acosado por la contrainteligencia cubana. En 1997, después de que un equipo de forenses anunciara el hallazgo de los supuestos restos de Guevara y varios de sus compañeros, el médico decidió hablar.

Lo hizo en la televisión mexicana y justificó su silencio “por seguridad personal y familiar”. “Ya es necesario que se sepa cómo pasaron las cosas que viví. Ya no es un secreto”, dijo. La camisa, conservada en excelente estado por Baptista, es una pieza clave de sus argumentos. Llegó a sus manos en 1967, tras la autopsia, mientras trabajaba como director en el hospital Señor de Malta, de Vallegrande.

Torres y Montagner, que tuvieron acceso a la camisa, son minuciosos en su descripción. La prenda, colocada en un perchero en la residencia de Baptista en Puebla, huele a “sangre, sudor y pólvora”, aseguran. El tejido es caqui y tiene “dos rasgaduras grandes, una de quince y otra de ocho centímetros”. Por el agujero de las balas en la tela, también ayuda a entender la cantidad y trayectoria de los 16 proyectiles que alcanzaron a Guevara y cuál de ellos, según Baptista, lo ultimó.

“La camisa tiene aún algunos cabellos rizados color castaño claro. Unos cuantos pueden observarse en el cuello de la prenda”, exponen los autores. Las fotografías de Guevara en Bolivia sirven para constatar que esa era la ropa que vestía cuando murió. El cadáver, que llegó a manos de Baptista en la lavandería de su hospital, “tenía muchísima sangre en la espalda”. “Al desnudarlo para lavar el cuerpo, tenía una herida grande, rara. Pudo haber sido lastimado con un fusil con bayoneta o una descarga muy cerrada de una carabina automática Garand M-2”, estima el médico.

Che Guevara, poco antes de su muerte, el 9 de octubre de 1967, con la camisa conservada por el doctor Abraham Baptista. (Archivo)
Che Guevara, poco antes de su muerte, el 9 de octubre de 1967, con la camisa conservada por el doctor Abraham Baptista. (Archivo)

El número de disparos recibidos por Guevara que Baptista declaró en sus informes de 1967 –siete en la primera autopsia y nueve en la segunda– no es correcto, y el propio doctor ha confesado varias veces que la cifra fue “inventada”.

La conclusión de Torres y Montagner, en base al testimonio de Baptista, es la siguiente: “Al dispararle al Che los primeros tiros, es probable que haya caído de bruces, es decir boca abajo, y seguía vivo. Lo trataron de rematar con un machete, una bayoneta o con una descarga cerrada de metralleta estando de espaldas. Seguía vivo. Inmediatamente lo voltearon boca arriba y fue asesinado por un disparo al corazón, de acuerdo a la trayectoria de la bala, y mostrada en la camisa, de arriba hacia abajo”.

Concluida la autopsia, Baptista fue quien cortó las manos de Guevara como testimonio de que el guerrillero había muerto, inyectó formol en el cuerpo para conservarlo y realizó su mascarilla mortuoria, aunque no tenía los materiales apropiados para hacerla.

Yo hice la autopsia al Che Guevara incluye varios anexos, entre ellos los informes médicos de Baptista, detalles sobre su salida de Bolivia rumbo a México, fotografías de Guevara y de su camisa, un “testamento político” del doctor, artículos de dos autores que ponen en tela de juicio que los restos del Che estén en Santa Clara –publicados en El País y Letras Libres– y una pequeña biografía de Tamara Bunke, una de las guerrilleras que acompañó a Guevara en su expedición.

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