Sunday, November 24, 2024
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Con internet en los móviles y por temor a los robos, los cubanos huyen de las zonas wifi al aire libre

Once de la mañana y en el parque de Infanta y San Lázaro, en La Habana, solo se ve a un par de personas sentadas y a un hombre con su perro. El panorama es muy diferente al de hace unos años, cuando el entusiasmo por conectarse a la zona wifi, ubicada en esa céntrica esquina, atraía a decenas de internautas todo el día. La inseguridad, los problemas técnicos y la llegada de la navegación web a los móviles dejaron los bancos vacíos.

Dunia, de 43 años, fue una de las que pasó muchas horas sentada en el contén de la acera o bajo la sombra de los árboles de este parque de Centro Habana. En julio de 2015, cuando comenzaron a instalarse las primeras antenas para conectarse a internet en las plazas de la capital cubana, esta graduada en sociología sintió que por fin respiraba. Ahora, “ya ni se parece” a lo que entonces vivió.

Este lunes, antes del mediodía, la velocidad de la conexión era de apenas 270 Kbps [kilobit por segundo] en el lugar. A escasos minutos para la una de la tarde, llegaron dos personas más, una mujer y un hombre, y se sentaron a conectarse, pero “jamás como era antes”, reconoce Dunia, que evoca los detalles de aquel tiempo en que el parque estaba repleto de gente con la mirada pegada en la pantalla.

Este lunes, antes del mediodía, la velocidad de la conexión era de apenas 270 Kbps en el lugar

“Hasta ese momento, yo casi no conocía internet, solo había estado unas horas conectada en un hotel cuando mi hermano vino a visitarnos desde Madrid y se hospedó en el Presidente”, cuenta a 14ymedio. “En este barrio no se hablaba de otra cosa, hasta los niños de brazos iban con sus madres y se pegaban a la pantalla de los móviles a ver qué se veía”.

En esa zona wifi, Dunia hizo su primera videollamada y conoció el interior de la casa madrileña de su familia emigrada en España. Desde ese lugar recuperó viejas amistades dispersas por el mundo a las que encontró en Facebook o en Twitter. En esa esquina vivió el trago amargo de tener que contarle a su hermano la muerte de su madre, aquejada por la diabetes.

“Aquí pasábamos horas y horas pero ya no he venido más”, recuerda la habanera. “Desde que tenemos internet en los móviles no vale la pena, en mi casa tengo más privacidad y estoy más segura, porque en este parque se dieron situaciones muy fuertes, de personas a las que les arrebataron el teléfono o les quitaron la computadora mientras se conectaban”, recuerda.

En el primer año de instalación de las zonas wifi, los medios oficiales se llenaron de titulares que ensalzaban los nuevos espacios. Del precio inicial de 4,50 pesos convertibles por navegar durante una hora, el monopolio estatal de Telecomunicaciones Etecsa fue reduciendo los costos hasta llegar a 1,50.

En diciembre de 2018, el oficialismo cubano abrió, tras años de presiones, el acceso a internet desde la telefonía móvil. Con la Tarea Ordenamiento y el fin del chavito, la tarifa pasó a 25 pesos, pero los problemas técnicos aumentaron. Desde entonces, el servicio de navegación web ha estado marcado por altibajos, cortes cuando las autoridades se ponen nerviosas con las publicaciones en redes sociales, deterioro de la infraestructura y el éxodo de decenas de miles de clientes que han dejado un hueco en las arcas de Etecsa.

En La Habana, donde el fenómeno wifi llenó plazas y parques, copó la mirada de los fotógrafos y llenó cuartillas en los reportes de la prensa acreditada en la Isla, pareciera que algo falta cuando se recorre La Rampa, el parque de San Rafael y Galiano, amplias zonas de la avenida del Malecón o los alrededores de hoteles y sitios importantes. Falta la gente que antes tomó, por cientos, esos lugares. La situación se repite en toda la Isla.

Estudiante conectada a la wifi del parque Trillo, en el barrio de Cayo Hueso, en La Habana. (14ymedio)
Estudiante conectada a la wifi del parque Trillo, en el barrio de Cayo Hueso, en La Habana. (14ymedio)

“No te puedes conectar”, lamenta Julio, residente en las cercanías de un céntrico parque en la ciudad de Holguín. “Llegas, ves la red pero no puedes loguearte porque ya no tiene capacidad aunque en el parque no hay ni un alma”, describe. “Todos los alrededores están llenos de antenas, mikrotik [enrutador de red inalámbrico], que chupan la señal”.

En las cercanías del parque, los perspicaces negociantes han cubierto la zona con estos enrutadores que les permiten tomar la señal, amplificarla y cobrar a los vecinos por un servicio que disfrutan desde sus casas.

“Por 500 pesos mensuales te llevo la internet hasta tu casa”, asegura a 14ymedio el holguinero Dany, nombre cambiado para este reportaje. “Es mucho más cómodo y menos peligroso, pero es verdad que el que quiera irse a conectar al parque lo va a tener difícil porque la señal la tenemos nosotros, está redistribuida en estos equipos que son más estables y eficientes que los de Etecsa”.

Una veintena de enrutadores Nano y Mikrotik conforman la red de la que Dany es administrador principal. De ella cuelga buena parte de lo que se mueve digitalmente en la ciudad de Holguín. “No podemos inventar capacidad de donde no hay y hay días difíciles”, reconoce el informático. “Etecsa no ha ampliado el ancho de banda de estas zonas wifi, así que tenemos que trabajar con lo que hay”.

En 2018, Etecsa hablaba de más de un millar de zonas wifi en toda la Isla y apostaba a que ese era el camino para informatizar a paso doble a toda la sociedad cubana. Los internautas, sin embargo, se quejaban de la precariedad de esos espacios, las inclemencias del clima que afectaban la tecnología usada a cielo abierto, los peligros de la delincuencia y, en voz menos alta, exigían poder consumir contenido que no podían disfrutar en público.

“Cuando se va la luz todo se cae porque las antenas del parque se apagan, pero también las torres de datos de la telefonía de Etecsa se mueren sin energía”

Ahora, con la crisis energética que atraviesa Cuba, los apagones golpean duramente el servicio alternativo de Dany y su equipo. “Cuando se va la luz todo se cae porque las antenas del parque se apagan, pero también las torres de datos de la telefonía de Etecsa se mueren sin energía, así que tengas o no un Mikrotik, también te quedas desconectado”.

En Sancti Spíritus, Jéssica describe al usuario actual de las zonas wifi: “Aquí ya no hay tanto entusiasmo pero se siguen conectando los que descargan películas y programas para luego venderlos o usarlos en sus negocios de reparación de computadoras, móviles o de distribución de audiovisuales”, advierte la joven residente en el reparto Kilo 12. “No es como la locura de antes, que todo el mundo iba para el parque wifi pero hay quien sigue usando esa opción, aunque no es para un uso más individual, sino para bajar archivos grandes”.

Jéssica cree que las protestas populares del 11 de julio de 2021 fueron el tiro de gracia para estas plazas y parques de navegación web. Y asevera: “Para ellos son un peligro estos lugares, porque tienen internet y la gente se reúne físicamente”.

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