LA HABANA, Cuba. – Las casi 200 películas que se verán en el 44º Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana se repartirán en solo cinco salas: Acapulco, 23 y 12, Yara, La Rampa y Charles Chaplin, los pocos cines habaneros que han logrado escapar de la desidia y destrucción absolutas.
Mientras transcurre el Festival, CubaNet ha recorrido Diez de Octubre, cuyos cines no corrieron la misma suerte que los situados en el Vedado habanero.
A pesar de que ese municipio dispuso de al menos una veintena de salas de cine, construidas antes de enero de 1959, actualmente ninguna está en funcionamiento por el alto nivel de deterioro y abandono que presentan. Tampoco hay noticias de su reparación.
Ahora, los antiguos cines que se mantienen en pie han asumido distintas funciones; principalmente se han convertido en locales de ensayos o espacios culturales.
El cine Moderno, por ejemplo, ubicado en la Calzada de Diez de Octubre y Luyanó, y a pocos metros de la Esquina de Toyo, actualmente se encuentra en ruinas. Fue el primer cine de estilo art déco inaugurado en la década del 30 y una de las salas oscuras más llamativas de La Habana. Este cine contaba con una única sala, con capacidad para 1.180 personas y fue también el primero con placa de concreto en su techo.
El inmueble lleva décadas abandonado. Con el triunfo de la Revolución Cubana fue nacionalizado por el Estado. Se mantuvo funcionando por varias décadas hasta que fue cerrado en el año 2002 por el marcado deterioro que presentaba.
En Santa Ana, entre Fábrica y Justicia, en el barrio de Luyanó, se encuentra lo que queda del cine Fénix, pues actualmente se utiliza como vivienda. Este cine de barrio fue uno de los más pequeños de la ciudad, pues contaba con un poco más de 650 butacas. Antes de convertirse en cine, en la planta alta del inmueble se encontraba la sede social de la Hermandad Ferroviaria y en la planta baja un teatro.
A comienzos de los años 90, el Fénix se convirtió en un albergue para familias desfavorecidas.
En el antiguo cine Luyanó, ubicado en la Calzada del mismo nombre, entre Rosa Estévez y Manuel Pruna, se podían acomodar hasta 1.200 espectadores en sus dos niveles. A pesar de su avanzado deterioro, aún hoy llama la atención su techo elíptico cubierto de tejas metálicas y su fachada construida con bloques de cristal.
Esa fue otra de las salas cinematográficas que cerró en la década del 90 del pasado siglo. Con el paso del tornado que afectó parte de La Habana en 2019, una sección del techo del cine colapsó y así se mantiene hasta hoy.
También en la Calzada de Luyanó se encuentran los cines Atlas y Norma. El primero es un inmueble de dos niveles. En la época en que cumplía su función social contaba con 1.500 butacas y, en las noches, su nombre, construido en grandes letras metálicas y cursivas, se encendía con luces de neón.
A mediados de los 90 cerró sus puertas como cine y años más tarde las abrió como discoteca. Actualmente, a pesar de que también se encuentra deteriorado, es uno de los que aún se mantiene en pie, en parte, como vivienda colectiva.
El cine Norma es de los más antiguos de La Habana, pues fue inaugurado en el año 1910. El inmueble, que podía acomodar a 820 personas, era una copia del cine Nouveautés de París. Ya con Fidel Castro en el poder el cine sufrió su cierre definitivo y fue utilizado como almacén. Actualmente está clausurado por su avanzado estado de deterioro.
En la Calzada de Diez de Octubre, entre Enamorados y Santos Suárez, se encuentra el cine Apolo. Fue inaugurado en 1919 como teatro y reformado 20 años más tarde para funcionar como cine. En sus inicios tenía aire acondicionado y una capacidad para 1.330 espectadores. Llamaba la atención por la altura de su fachada y por su enorme lumínico vertical con su nombre.
En 1959, el Apolo también fue nacionalizado por el Estado cubano y pasó a ser administrado por el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC). A finales de la década del 90 dejó de funcionar y fue entregado como local de ensayo al Circo Nacional de Cuba, que más tarde abandonó el inmueble.
El cine San Francisco, ubicado en la calle del mismo nombre, entre Lawton y Armas, fue uno de los mayores cines de barrio de La Habana, pues podía acomodar hasta 1.700 personas en su sala oscura.
En la década de 1950, el San Francisco formó parte del llamado “Circuito Carrerá”, una antigua cadena de cines y teatros de Cuba de la que formaban parte también los teatros Auditorium y Trianón y los cines Acapulco, Infanta, Belascoaín y Astor.
En los años 90, ya deteriorado, desapareció como cine y se convirtió en la sede de Integración, un grupo de teatro comunitario.
Sumidos en la desidia también se encuentran los cines Ritz, localizado en Rodríguez Este y Fábrica, hoy usado parcialmente como vivienda; y el Dora, ubicado en la Calzada de Luyanó. El antiguo cine Florida, situado en la Calzada de Diez de Octubre y Vía Blanca, es ahora la sede de la Compañía de Danza Tradicional de Cuba.
También el cine San Miguel, en Reyes y Colina, dejó de cumplir su función social debido al grado de abandono que presentaba. El edificio ahora pertenece a la Empresa de Servicios Comunales.
En sus mejores tiempos, Los Ángeles, un cine localizado en la calle Juan Delgado, cuya inauguración se realizó en 1949, estaba lujosamente amueblado tanto en el vestíbulo como en el auditorio. Después de estar cerrado durante décadas, comenzó a funcionar como sala de video.
Se pudiera hablar también de los cines Tosca, Victoria y Santos Suárez. Este último fue construido en 1938 y demolido en 1997. Actualmente se están levantando viviendas en el terreno.
Donde se encontraba el cine Tosca se construyó una tienda llamada Brimart, perteneciente a la cadena Panamericana, y lo que sería el cine Victoria es ahora una escuela primaria.
Por último, en Juan Delgado entre Lacret y General Lee se encuentra el antiguo cine Mara, primeramente nombrado Modelo. El cine tenía capacidad para 1.051 espectadores, contaba con aire acondicionado y llegó a disponer de un bar en la platea por varios años.
Tras el triunfo revolucionario el Mara fue nacionalizado por el gobierno socialista que lo puso en manos del ICAIC. Se mantuvo funcionando por muchos años y, precisamente, llegó a ser parte del circuito del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano.
Mara fue una de las últimas salas cinematográficas de Diez de Octubre en cerrar sus puertas. A diferencia de otros inmuebles de este tipo, víctimas de la falta de recursos para invertir en ellos y recuperarlos, el Mara pasó a manos del Ballet Español de Cuba; la compañía lo reparó y remodeló para convertirlo en su sede.
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