MIAMI, Estados Unidos. – El célebre Reloj del Apocalipsis (Doomsday Clock) ahora marca solo 89 segundos hasta la “medianoche”, marcando así la mayor proximidad al hipotético fin del mundo desde que el mecanismo simbólico fuese creado hace 78 años. El anuncio fue hecho este martes por el comité de expertos convocados por el Boletín de Científicos Atómicos, reunidos en Washington para ofrecer su análisis anual sobre cuán cerca está la humanidad de una catástrofe global.
La determinación supone un paso adicional con respecto a 2023, cuando se ubicó a 90 segundos de la medianoche. Ahora, el Comité considera que la humanidad está aún más próxima a su autodestrucción debido a amenazas como la proliferación nuclear, la crisis climática, las guerras y los peligros que se derivan de la inteligencia artificial mal regulada.
“El mundo no ha hecho suficiente progreso para detener nuestro propio final. Cada segundo aumenta la probabilidad de una catástrofe global”, advirtió Daniel Holz, presidente de la Junta de Ciencia y Seguridad del Boletín y profesor de la Universidad de Chicago.
The Doomsday Clock was moved to 89 seconds to midnight today, Jan. 28, the closest it’s ever been.
The Doomsday Clock is a decades-long project of the Bulletin of the Atomic Scientists featuring a clock face where midnight represents Armageddon. https://t.co/srKjbMqBKl pic.twitter.com/ssHxx8G58S
— USA TODAY Graphics (@usatgraphics) January 28, 2025
Este “Reloj del Juicio Final”, que nació en 1947 con el propósito de alertar sobre el peligro de un holocausto nuclear, se ha convertido con los años en un referente cultural. Su objetivo no es pronosticar con exactitud el fin de la humanidad, sino servir como un llamado de atención sobre los riesgos y la urgencia de tomar medidas.
El grupo que “ajusta” el reloj lo integran científicos de primer nivel, entre los que se cuentan varios premios Nobel, quienes insisten en que la alarma es necesaria para “alertar a la humanidad de los peligros que la acechan”.
El expresidente de Colombia y premio Nobel de la Paz Juan Manuel Santos participó en la conferencia de prensa transmitida globalmente desde el Instituto de la Paz en Washington. En su intervención, el exmandatario exhortó a los gobiernos del mundo a actuar coordinadamente para revertir la tendencia. “Esto aún no es irreversible, todavía tenemos una oportunidad de mover las manecillas del reloj hacia nuestro favor. Dependemos de que los líderes del mundo se sienten a hablar para intentar encontrar una solución colectiva. Cada segundo cuenta”, dijo.
El Reloj del Apocalipsis ha experimentado 26 ajustes desde su creación. Cuando surgió en 1947, marcaba siete minutos antes de la medianoche, impulsado por el desarrollo de las primeras bombas atómicas y las advertencias de figuras prominentes como Albert Einstein y J. Robert Oppenheimer, participantes del Proyecto Manhattan. A pesar de que a inicios de la década de 1990 las manecillas retrocedieron hasta situarse a 17 minutos de la medianoche —coincidiendo con la desintegración de la Unión Soviética y el fin de la Guerra Fría—, desde 2007 el reloj no ha dejado de avanzar o mantenerse inamovible cerca de la medianoche.
En los últimos años, el cambio climático fue incorporado como un factor esencial para calcular la cercanía del fin del mundo. Los expertos aseguran que el uso intensivo de combustibles fósiles, el incremento de eventos climáticos extremos y la falta de acuerdos internacionales sólidos para revertir los daños ambientales, continúan “dando cuerda” a los malos presagios.
Esta alarma del Boletín de Científicos Atómicos, que se emite una vez al año, genera críticas y acusaciones de alarmismo. Sin embargo, quienes lo integran defienden el carácter simbólico de la herramienta y recalcan la intención de persuadir a gobiernos, líderes políticos y ciudadanía para que asuman con urgencia la tarea de evitar una catástrofe autoinfligida. Aparte del riesgo de un conflicto nuclear, los científicos advierten que pandemias futuras, la manipulación de la inteligencia artificial con fines bélicos y la crisis humanitaria derivada de desastres naturales podrían confluir y agudizar la inestabilidad global.