Monday, November 25, 2024
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Celia Cruz en la feria del libro de La Habana

LA HABANA, Cuba.- La vida nos da sorpresas, la vida nos sorprende donde menos lo esperamos, como me sucedió unas tardes atrás, cuando comenzaba a entrar la noche. Y tan impresionado estoy aún que me parece increíble lo que miré en la televisión. Todavía no doy crédito a eso que miré en la televisión cubana, en esa transmisión que nos dejó ver la apertura de la Feria internacional del libro de La Habana.

Tan grande mi asombro que hasta creí que mi cabeza cancaneaba cada vez más, y hasta dejé algún espacio para acomodar otras sorpresas y esperar las confirmaciones. Y quise comentar con alguien mi estupor, pero nadie respondió al teléfono.

Quería conseguir las confirmaciones, otras certezas que legitimaran aquello que me parecía tan poco probable.

Yo recordaba una frase, pero no recuerdo se quién, que aseguraba que Cuba era un país de muchos rumores y pocas confirmaciones. Y finalmente sonó el teléfono y resultó ser otro asombrado en busca de confirmaciones. Entonces fuimos dos.

Y no dejé espacio alguno a la duda, ya no cabía la más mínima duda. Yo, y también otros, habían escuchado el nombre de Celia en boca de la ministra de cultura de Brasil.

Celia en La Cabaña

Era cierto, sin dudas era muy cierto lo que escuché. Escuché su nombre por los altavoces. Miré, escuché en la televisión lo que se discurseaba en la fortaleza de San Carlos de La Cabaña, y gracias a la fuerza de esos altavoces, el nombre de Celia Cruz.

Yo dudé, dudé porque hay cosas que necesitan confirmaciones. Y prueba de eso es que no faltaron los amigos que decidieran dedicarme algunas burlas cariñosas, algún que otro sarcasmo, cuando les conté lo que había escuchado en televisión.

Mis amigos suelen decir que soy muy caprichoso, tanto que hasta me empeño en mirar la televisión cubana. Mis amigos dicen que todo es culpa de mis extravagancias, como esa que me hace ponerme al tanto de las noticias buscando, incluso, en la prensa nacional. Y todo lo confirmé sentado frente al televisor, pero quería más, yo quería la validación de los otros, las confirmaciones de los otros.

Y lo confirmé. Todo sucedió en el viernes más reciente y en la fortaleza de “San Carlos de la Cabaña”.

El suceso

Fue en viernes, en el más reciente; todo sucedió en la Fortaleza de San Carlos de La Cabaña, en la inauguración de la Feria internacional del Libro de La Habana, con muy pocos invitados, y entre los que se hicieron notar estaban algunos representantes del poder más alto junto a invitados extranjeros.

Yo miraba la ceremonia en la televisión cuando me llevé la gran sorpresa. No se trataba de un chisme, no era fruto de mi imaginación, no fue una de esas evocaciones que me asisten de vez en cuando.

No fue uno de esos delirios que terminan en evocaciones. Yo escuché lo que dije que escuché, y lo que escuché era tan real como estos dedos que se mueven sobre el teclado de mi computadora.

De esa tarde también puedo recordar otros detalles, de entre ellos el aburrido discurso de un tal Juan, quizá uno de esos Juanes de Guillén, un Juan sin nada no mas ayer que llegó a ser un Juan con todo, incluso con el instituto cubano del libro bajo su mando, al menos en apariencias.

Y ese Juan hizo discurso, un discurso que se parecía al de los años anteriores; plagado de “lo mismo y con lo mismo”, pero yo me quedé sentado, y muy atento, frente al televisor, y gracias a esa terquedad pude escuchar también el discurso de la ministra de Cultura de Brasil, lo mejor de la tarde, lo que resulta ser “el pollo de este arroz con pollo”, eso que recordaremos por años.

Celia Cruz

Con la ministra de cultura de Brasil nos llegó la gran sorpresa, una sorpresa, más bien, enorme. Y sí que fue grandísima esa sorpresa grande, más bien enorme. La ministra de cultura comenzó su discurso haciendo exaltados elogios a la cultura cubana, a la literatura cubana. La ministra transitó por las siempre socorridas bondades de nuestra música y nuestra literatura, para darnos luego una sorpresa.

La ministra brasileña nos sorprendió, nos dejó con la boca abierta y sin perspectivas de conseguir el cerrado, la ministra de cultura de Brasil recordó un encuentro del que es testigo una foto que aún guarda ella con cuidado, y en la que aparece la ministra brasileña, cuando aún no era ministra, junto a Celia Cruz, la más grande salsera del mundo, y en todos los tiempos habidos y en los por haber….

Y esa imagen que refiriera la ministra de Brasil es prueba de aquel encuentro y borra cualquier suspicacia que se empeñe en negarla. La carioca, según contó en La Cabaña, guarda una imagen en la que aparece Celia con la que hoy es ministra de cultura de Brasil. La foto es prueba y confirmación. La imagen de la joven muchacha con la reina de la salsa hace borrar las dudas y la hace singular, singularísima, y hasta pone la diferencia entre ella y Alpidio Alonso, junto a quien jamás habría posado Celia.

La imagen

La imagen que refiriera la ministra es confirmación, la foto es testigo de aquel encuentro casual, y es testimonio, pero no es nada raro; supongo que Celia posara delante de miles de cámaras junto a sus admiradores, de quienes quizá ni podía repetir el nombre pasado un rato; y aquí, la cuestión es otra, lo novedoso, lo “perrón”, es que aquella chica, ¿de Ipanema?, sin dudas de izquierdas, llegó a ser ministra de Cultura de Lula, un izquierdoso rotundo.

Margareth Menezes, de nombre nada lusitano, le pidió a una mujer odiada por los comunistas cubanos, que se retratara junto a ella, sin dudas por admiración, una admiración que no recularía después de convertirse en ministra de un izquierdoso brasileño como Lula, y tampoco le tembló la mano al presidente a la hora de decidir quién ocuparía esa cartera en su gobierno.

La ministra llegó a La Habana, a la feria, y hasta hizo discurso. Y ese fue el gran momento, el que supongo no tendrá competidores esta vez, y quizá en mucho tiempo. Tan grande resulta ese embeleso que tendrían que anunciar mañana la llegada de Marcel Proust y Dostoievski a La Cabaña, pero aun así, la gran mayoría estaría con Celia.

País de noveleros

Cuba no es el país más culto ni un c… Cuba es, más bien, un país de noveleros y no tanto de lectores de novelas, de cualquier otra cosa. Cuba es un país de noveleros…

Margareth nos trajo a Celia, una brasileña nos puso a Celia en ese ruedo que es la feria. Margareth, quizá no lo sepa, inscribió su nombre en la feria del libro de La Habana y delante del mismísimo “presidente”.

Margareth nos trajo a Celia, y la proclamó delante de los jefes que desprecian a Celia por esas herencias que son los legados que dejan los comunistas. Y tengo la certeza de que será muy difícil olvidar este suceso.

Una feria dura algo más de una semana, y ya no queda tiempo para opacar el embeleso en el que nos dejó Margareth a los cubanos. Y no habrá muerto, al menos esta vez, que puedan utilizar los comunistas para opacar la presencia de Celia Cruz.

Nada será superior en esta feria, ni siquiera la imposible llegada al recinto de Proust y Dostoievski. Esta será, para muchos, la Feria de Celia, también porque, y aunque les pese, Cuba es más un país de bailadores que de lectores, y porque Cuba se cansó hace rato de las censuras, porque el espíritu de Celia podría estar también en la Cabaña, conversando con los fusilados del Ché Guevara, y eso me confirma que al que no quiere salsa, se le dan tres tazas.

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