LA HABANA, Cuba. — El 31 de octubre de 1512 fue inaugurada la Capilla Sixtina en un acto solemne que se extendió hasta el día siguiente, 1ro de noviembre, con una misa ofrecida por el Papa Julio II en la fecha de todos los Santos. Casi tres décadas más tarde, en este mismo día, Miguel Ángel Buonarroti terminaría de pintar El Juicio Final, uno de los frescos más conocidos y admirados dentro de la monumental estancia que cada año atrae a millones de turistas de todo el mundo.
La Capilla Sixtina lleva su nombre en homenaje al Papa Sixto IV, quien hizo reestructurar la Capilla Magna del Palacio Apostólico de la Ciudad del Vaticano entre los años 1477 y 1480. Los murales realizados en esa primera etapa estuvieron a cargo de pintores renacentistas como Perugino, Botticelli, Ghirlandaio y Roselli, entre otros que la convirtieron en uno de los nichos privilegiados del arte europeo.
Su primera misa tuvo lugar el 15 de agosto de 1483. Ese mismo día fue consagrada a la Virgen María y, desde entonces, la Capilla Sixtina ha mantenido sus funciones como sede de los más importantes eventos papales.
Desde el punto de vista arquitectónico, no hay nada llamativo en su exterior, similar al de tantos edificios italianos de aliento medieval o renacentista. Por dentro, un atractivo sistema de bóvedas, arcos, pilastras, lunetos y pechinas, la convierten en galería donde grandes maestros dejaron su huella.
En la sección central aparecen los paneles que narran La Vida de Moisés y La Vida de Cristo. Sobre estos se ubica la Galería de los Papas y en los lunetos, sobre los arcos de las ventanas, se encuentran los Antepasados de Cristo, pintados por Miguel Ángel, quien demandó libertad absoluta para diseñar la decoración.
Cuando el artista recibió el encargo de pintar El Juicio Final, el resto de los murales estaban conectados entre sí según la lógica de la biblia cristiana. Era un programa iconográfico consistente que el maestro Buonarroti dinamitó sin pensarlo, para darle el acabado perfecto a la que, tal vez, sea la mayor obra de temática religiosa de todos los tiempos. El resultado de su genio inigualable sigue siendo uno de los principales motivos para hacer turismo cultural en Europa.
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