Thursday, September 19, 2024
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Bárbaro de Céspedes: “Amo a mi pueblo y a mi patria más que a nada en este mundo”

LA HABANA, Cuba.- Bárbaro de Céspedes es un activista opositor cubano que ha participado en protestas contra el régimen en la ciudad de Camagüey. También es conocido como “El Patriota” y ha llevado a cabo manifestaciones frente a la sede del gobierno municipal y del Partido Comunista de Cuba en esa ciudad.

Durante estas protestas, Bárbaro ha utilizado carteles con lemas como “Patria y Vida” y frases de José Martí. Además, ha realizado una peregrinación con una cruz por la ciudad agramontina.

En 2022, Bárbaro fue condenado a dos años de privación de libertad por el supuesto delito de atentado. Sin embargo, en febrero de este año, obtuvo su libertad. Decidió emigrar y realizó la travesía por Nicaragua, pero lamentablemente, el régimen de Daniel Ortega le prohibió la entrada al país.

—Cuéntenos sobre usted, de dónde es, en qué ha trabajado, cómo fueron su infancia, su familia

—Me crié en una familia bastante funcional. Mi padre trabajaba en la empresa eléctrica y fue retirado debido a un accidente cuando era muy joven. Siendo muy joven, se cayó de un poste y le dieron el retiro inmediatamente. Así, mi madre, quien fue mi guía, nos crió a nosotros cinco, somos cinco hermanos. Todos estudiamos e hicimos nuestras carreras universitarias. Así fue mi vida durante mi infancia y juventud.

Estudié la primaria en la escuela Enrique José Varona, ubicada en la calle Padre Valencia. Hice mis estudios secundarios y Preuniversitarios en la escuela Ana Josefa Betancourt, que se encuentra en La Vigía. Como el año en que yo estudié fue cuando se hizo la transición del décimo grado al Preuniversitario, tuve que hacer el décimo grado en la secundaria, ya que solamente me tocaron dos años de Preuniversitario. Al terminar el duodécimo grado, me incorporé como profesor de matemáticas. Hice mi curso preparatorio y comencé mis estudios superiores en el Instituto Pedagógico José Martí, aquí en Camagüey, donde me gradué de Licenciado en Matemáticas.

Trabajé durante nueve años ejerciendo la profesión hasta que en el año 1988 fui separado deshonrosamente del organismo por mis expresiones en contra del sistema. En aquel tiempo, le llamaban “diversionismo ideológico”. Por esa razón, fui expulsado del ministerio e invalidaron mi título. Ya en ese momento, tenía a mi familia formada, estaba casado y tenía dos hijas. La situación del país iba empeorando porque fue a finales del 88 que ocurrió la caída del campo socialista. En el 89, el problema se agravó aquí en Cuba y me vi en la necesidad de improvisar en la calle.

Me hice de cinco oficios. Conozco varios oficios: soy carpintero, albañil, soldador, pailero, electricista y plomero. Viví muchos años así. Posteriormente, trabajé como carnicero en un mercado hasta que en el año 2004 lo cerraron y nuevamente me quedé en las calles. Ahí volví a ejercer como albañil, lo que incluía el trabajo de electricidad y plomería, hasta que en el año 2016 sufrí una trombosis en la pierna izquierda, lo que me hizo abandonar ese trabajo. El médico me dijo que no podía continuar con ese oficio. A partir de ahí, comencé a trabajar en lo que apareciera. Hacía pequeños trabajos de albañilería, pero no como antes, y más o menos así he ido manteniendo a mi familia.

—Siempre fue alguien que se enfrentó al gobierno: ¿Cuándo lo hizo por primera vez y por qué? ¿Cuáles son sus motivaciones para hacerlo hoy?

—El hecho de llevar el apellido Céspedes es un gen que tengo en la sangre. Mientras estaba en prisión, a mi madre le hicieron una entrevista por parte de Juan Manuel Cao, de AméricaTevé, y precisamente le hizo esa misma pregunta. En ese momento, mi madre respondió lo siguiente: “Yo creo que mi hijo es anticomunista desde niño”.

Para ella, sinceramente, era un problema en la escuela que yo me pusiera una pañoleta, que hiciera el juramento de “seremos como el Che”, y casi siempre la llamaban a ella para quejarse. Si me preguntas, te puedo decir que desde niño sentí apatía por la dictadura. No veía que fuera un gobierno progresivo, veía el estancamiento del gobierno.

También tuve una gran influencia, que fue la influencia de mi padre. Lo llevaba en la sangre, pero en realidad fue a partir del año 1988 cuando me di cuenta hasta dónde podía llegar la crueldad de esta dictadura. Me sacaron deshonrosamente del Ministerio y me invalidaron mi título por el simple hecho de expresar mis ideas sobre el sistema y las opiniones que tenía de él.

Puedo decirte que mi enfrentamiento, o digamos mi decisión de combatir el comunismo, comenzó a partir de 1988. Aunque desde joven, nunca pertenecí a ninguna organización ni participé en actividades políticas que se llevaban a cabo en el centro. Renuncié muchas veces al proceso de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC). Fui un estudiante destacado, tanto en el ámbito académico como en el deporte.

Casi siempre querían darme cargos, ya fuera en la FEEM o en la FEU, pero siempre renuncié porque no quería ningún vínculo con el sistema comunista.

—¿Cuáles han sido las formas de protesta que ha utilizado en sus manifestaciones?

—Fundamentalmente, soy un guerrero de la calle. Cuando salí por primera vez a las calles, sentí un temblor tremendo en todo mi cuerpo. Es normal, he sido una persona que ha estudiado mucho a nuestros próceres y Maceo lo manifestaba: “el miedo da el valor”. Principalmente, me gusta expresarme en la calle, también me gusta expresar mis ideas en las redes sociales.

—¿Cuál es el mensaje que desea transmitir con sus acciones a los cubanos?

—La vida me ha dado la oportunidad de generar ideas. He tratado de plasmarlas en mis propias frases, como una que dice: “Lucho para inspirar, no para impresionar; me entrego a un propósito, no por reconocimiento”. Es decir, mi objetivo fundamental es inspirar a la futura generación y tener un propósito de derrocamiento de la dictadura.

—¿Cómo ha sido su experiencia al enfrentarse a la represión y detención por parte de las autoridades cubanas?

—Te puedo hablar desde el año 2018 hasta el año 2021. Durante ese período, tuve 33 detenciones, en las cuales muchas veces me han detenido y llevado en patrullas. Puedo decirte algo cierto: la represión ha sido por parte de la Policía Nacional Revolucionaria, es decir, de la fuerza que está en la calle, he tratado a la unidad de seguridad con respeto. Sin embargo, eso no me ha exonerado de ser víctima de los castigos psicológicos que ellos infligen cuando te tienen detenido, como despertarte a una hora desconocida o mantenerte en una habitación oscura donde no sabes si es de día o de noche. En cuanto a daño físico, es decir, golpes y cosas similares, no he experimentado eso. Pero por parte de la policía he recibido varios empujones y golpes con macetas, y me han colocado esposas con bastante fuerza, dejando marcas en mis muñecas.

—¿Las personas lo han apoyado o la mayoría lo han dejado solo en sus protestas?

—Lo más lamentable de todo esto es que no he recibido ningún apoyo por parte de este pueblo al que me he entregado con toda mi voluntad. Todo lo contrario, cuando salgo a la calle, lo único que recibo son ofensas e insultos. Me llaman loco, mercenario y en muchas ocasiones incluso me desean la muerte. Recuerdo especialmente mi detención el 10 de octubre de 2021, donde una señora, reflejando un odio absoluto en su rostro, se refirió a mí diciendo que los policías deberían ahorcarme. Es bastante frustrante que, a cambio de mi entrega total por la libertad de Cuba, solo reciba ofensas e insultos de este pueblo que amo y por el cual estoy dispuesto a dar mi vida.

Nunca nadie me ha acompañado en las veces que me he manifestado. He tenido personas que han apoyado mi causa y han expresado su respaldo a lo que estoy haciendo, pero nunca nadie realmente me ha apoyado en esas manifestaciones, y mucho menos se han unido a mí en ellas.

—¿Cómo ha afectado su activismo a su familia y su vida personal?

—Bueno, yo creo que muchas personas como yo nos dedicamos por entero a enfrentar la dictadura. Son muchas cosas en el ámbito social, personal y familiar. Mi hija menor, que fue mi apoyo en mi lucha, abandonó el país para ir a República Dominicana en el año 2019. Ella se graduó de Lengua Inglesa y le propusieron un trabajo con el gobierno, el cual era muy inferior a sus conocimientos. Le ofrecieron dar clases en una escuela primaria, pero ella se negó a aceptar esta propuesta. El trabajo de mi hija está muy relacionado con el vínculo de su padre. Comenzó a trabajar por cuenta propia en una peluquería. Ella me manifestó: “Papi, tengo a mi hija, tengo mi familia, tengo que buscar la manera de salir del país”. Así que salió del país hacia República Dominicana y estuvo viviendo allí hasta este año. Ella vino a Cuba en octubre de 2021 para visitarme, apenas nos dieron 10 minutos.

A mi nieta eso le afectó psicológicamente. Me sentí muy mal porque me presentaron esposado y eso le impactó mucho. En ese momento, ella me dijo: “Papi, ¿por qué te llevan esposado?”. La niña quedó muy afectada.

Luego, dos agentes de la Seguridad del Estado la citaron para la oficina de inmigración. Ella fue pensando que se trataba de un problema migratorio. Ahí la estaban esperando los oficiales Ramón y Mario, para hacerle una advertencia por las denuncias que ella hacía en redes sociales. Le dijeron que si continuaba haciéndolas no la dejarían entrar más al país. El día 31 de diciembre de 2021 mi hija decidió emigrar por Nicaragua, al llegar al aeropuerto se topó con la desagradable noticia de que el gobierno de Nicaragua le prohibía la entrada al país, o sea que los tentáculos de la dictadura llegan a muchas partes del mundo y fundamentalmente a una de sus principales aliadas: la dictadura nicaragüense. Después, hace solo tres meses, viajó a Estados Unidos gracias a un parole humanitario.

—Por otra parte, las otras familias que quedaban aquí en Cuba

—Mi esposa tuvo que abandonar el trabajo. Mi hija mayor, que es psicóloga, trabaja en un centro para niños con síndrome de Down y otras enfermedades. Ella estaba propuesta para asumir el cargo de directora de ese centro inmediatamente cuando le hicieron el proceso. Sin embargo, claramente los miembros del Partido Comunista del centro eliminaron su nombre por llevar el apellido De Céspedes. En el plano familiar, me he visto muy afectado por ser quien soy.

A mí se me niega todo tipo de ayuda, no es que la necesite del gobierno, porque yo del gobierno no necesito nada. Pero sobre todo, desde que salí de prisión, he tratado de buscar trabajo con particulares. Tuve la suerte de encontrar un trabajo y, a los tres días, ese dueño me sacó me despidió. No fue por problema de indisciplina laboral, ni mucho menos, según él me dice, “mira Bárbaro, voy a tener que prescindir de tu trabajo”, le pregunté por qué, se encogió de hombros, y ahí supe que detrás de todo eso está la mano de la policía política de aquí de Cuba, tratando de cercar mi vida aquí, convirtiendo mi vida en una prisión en la calle, o sea, en esta gran prisión.

—¿Cómo fue su experiencia en el presidio político?

—Soy una persona, como dije, que respeto mucho a todos: niño, joven, adulto, ancianos. La vida es un eco, la vida te devuelve lo que tú eres capaz de dar. Si tú eres un falta de respeto, te falta el respeto; pero si tú eres una persona que respeta a las demás personas la vida te debe devolver el respeto. Fui un preso normal, sufrí lo que puede haber sufrido cualquier preso en cuanto a la situaciones inhumanas que hay en la prisión. Hya camas con chinches, colchones malos, mala alimentación, escasez de medicamentos, o sea, normal, como cualquier preso. No fui nunca golpeado, no fui nunca maltratado porque siempre me dirigía con mucho respeto y recibía a cambio respeto. A mí se dirigían con mucho respeto.

Los reclusos me pusieron un seudónimo, me pusieron el seudónimo de “Patria” y cuando ellos se dirigían a mí a no ser el caso de los jefes de unidades, cualquier otro miembro que me mandaba a buscar por alguna situación, decían “Llámame a Patria”. Fui un preso muy respetado por la población penal y por los órganos de seguridad de ahí de de la prisión. Igual se dirigían a mí con respeto los reclusos. No había una inquietud que yo tuviera que no obtuviera una respuesta. De hecho, no dejé de hacer activismo en la prisión, activismo que me llevó a una celda de castigo por 15 días por sacar un audio de ahí de la prisión.

Ayudé mucho a todos los presos que podía ayudar, ya fuera con cosas materiales o incluso con cosas que yo les planteaba. Por ejemplo, en diciembre del 2021, estando en la prisión dijeron de hacer una cena para el día 31. Sin embargo, dijeron que solamente la cena y los presos empezaron a preguntarse por qué no habría ni un trago de café ni un tabaco ni una caja de cigarro. Yo llamé al jefe de unidad, Joel, y le dije “mira, si en verdad ustedes quieren hacer un gesto humanitario con los presos, yo considero que además del poquito de comida se le debe dar la oportunidad a los familiares de pasarles sus cigarros, su café, para que se sientan bien”.

Inmediatamente dijeron que se podía. En otra oportunidad, como estábamos en prisión preventiva, mandaron a sacar toda la ropa civil, yo me negué, o sea, no me negué, le dije: “Bueno yo voy a entregar mi ropa civil pero a partir de estos momentos voy a a convivir aquí con lo que ustedes me han dado, el uniforme solamente, cuando yo vaya al comedor voy a ir con el uniforme pero no voy a llevar zapatos y mi cama no va a poder estar tendida, no me voy a poder bañar porque no tengo toalla”.

Parece que ellos previniendo que se formara algo en la prisión, inmediatamente dieron que nos podíamos quedar con los uniformes.

Ya estando en mínima seguridad en el campamento, el tiempo de sol era solo de lunes a viernes, ni sábado ni domingo. Coincidió entonces que un 26 de julio, feriado, cayó un miércoles y no iban a dar sol. Ante esta situación me dirijo también a la unidad y digo: “Cuál es el problema que no hay sol, nosotros somos personas de la tercera edad”. Las condiciones eran muy malas, el destacamento donde nosotros estábamos se filtraba, había mucha agua, mucha humedad. Y pregunté por qué si era feriado y en el reglamente decía que el tiempo de sol era de lunes a viernes, no se respetaba. No puedo decir que haya sido un privilegiado porque no había concesiones conmigo, pero sí sentí mucho respeto hacia mi persona, que te digo, eso se gana.

Esa fue mi política hasta febrero de este año, que pude salir de ahí, de la prisión. Se me dieron los derechos normales de todos. Una vez sucedió que un pase que me tocaba coincidió con una visita de Díaz-Canel. Pasaban las horas, pasaban al sol, pero no daban el pase. El reglamento de la prisión dice que el pase tiene que ser antes de las 12 del día, pero a esa hora todavía no habíamos recibido la salida. Llamo al oficial de guardia y no habían dicho nada del pase. Entonces llamo al jefe de cárceles y prisiones, el coronel Ochoa, y le digo: “Coronel, soy yo, estamos muy preocupados porque aquí son las 12 del día y no nos han dado pase. Si es una determinación o una orden que ustedes recibieron a nivel nacional, no nos queda de otra, pero si es una decisión suya en particular yo voy a poner esto en conocimiento del general Abelardo para que él vea cómo usted está faltando al reglamento”. Inmediatamente después ya estaban saliendo, o sea, que siempre ellos sintieron que a la persona que estaba presa había que respetarla, había que escucharla.

—Describa qué pasó el día que no lo dejaron volar a Nicaragua. ¿Cuál fue su reacción cuando se le negó la entrada?  

—La decisión de salir de este país ha sido la decisión más difícil de mi vida, la más difícil. Soy una persona que me entrego por cuerpo y alma a lo que hago, que es luchar en contra de la dictadura a favor de mi pueblo. Amo a mi pueblo y a mi patria más que a nada en este mundo.

Te puedo decir que si existe una balanza donde usted ponga a la familia y aquí usted ponga a la patria, esa balanza está equilibrada. O sea, no puedo decirte si amo más a mi familia que a mi patria. Tomé la decisión por lo que anteriormente habíamos hablado, la situación que vive mi familia, la situación que estoy viviendo yo, donde soy objeto de continuas amenazas, persecuciones y sentí la necesidad de abandonar el país, porque de lo contrario voy a regresar a prisión.

Mi prisión desde el punto de vista familiar no fue una buena prisión. Sufrió mucho mi familia y no quiero que eso vuelva a suceder. El día 13 de este mes yo debía volar hacia Nicaragua.

Salgo el día 12 en la noche para La Habana y estando en la guagua que me iba a trasladar a La Habana, la gestora mía de viaje me pasa un documento de pdf donde me informa que el gobierno de Nicaragua no autoriza mi entrada. Quizás ahora analizándolo desde otro punto de vista, ya lo que le había pasado a mi hija en el 2021 y esto que me pasa a mí ahora, puede ser que la familia de Céspedes está sancionada por la dictadura a vivir en el encierro.

Pero hay un factor que yo considero que fue determinante para que la dictadura en complicidad con el gobierno de Nicaragua tomara esa decisión. Y es que el día 11, el día antes de yo salir, el periodista Mario Pentón me hace saber a mí que la fiscal Rosabel Roca Sampedro., que había sido la que había trabajado en mis juicios, se encontraba en México solicitando una entrada a Estados Unidos. Él me dice: “Te estoy diciendo esto por si tú crees que es correcto o si no y quieres denunciar”. Le dije: “Hermano mío, cualquier denuncia que sea para desenmascarar a la dictadura cubana, ahí está el Patriota”. O sea que no vacilé en ningún momento, yo tenía un pasaje para abandonar el país, y en ese momento hice la denuncia, denuncia que se hizo pública a través de sus redes sociales y pienso que ese haya sido un factor determinante para que el gobierno de Nicaragua, en complicidad con la dictadura cubana, me negaran a mí la entrada.

Lo que sí está claro es una cosa: esa señora que se encuentra en México todavía creo, quiere llegar a Estados Unidos con un solo objetivo, trabajar para la dictadura cubana, porque ella era la fiscal que estaba trabajando directamente con la Seguridad del Estado y si ella trabaja para el gobierno y la dejan salir, es con ese objetivo. De lo contrario ella es una traidora y entonces cómo se explica que a un traidor tú lo dejes salir del país y a un opositor a tu sistema tú decidas encerrarlo.

Así fue me negaron la entrada a Nicaragua y aquí en estos momentos estoy sufriendo las mismas consecuencias que sufría antes, ahora han arreciado un poquito más, como diciendo, “tu denuncia impidió que nosotros no pudiéramos penetrar un agente en Estados Unidos, entonces nosotros te vamos a castigar aquí y te vamos a hacer la vida mucho más imposible”. Es un castigo, una represalia que han tomado conmigo por esa denuncia.

—Soy martiano, me gustaría ver una patria como la soñó Martí, con todos y para el bien de todos. Una patria donde cada ciudadano sea respetado, donde cada ciudadano tenga al menos lo mínimo para vivir: una casa, comida, medicamentos y educación, buena atención médica. Ese es el futuro que yo quisiera para Cuba. No la igualdad social como tal, porque esa igualdad social que plantea el comunismo científico es imposible para que el país se pueda desarrollar.

En todos los sistemas políticos debe haber diferencia de clase, pero que el que está por debajo de las clases sociales pueda vivir como un ser humano. Desgraciadamente, en este país no es el futuro que veo. Quisiera que mi país despertara nuevamente la sonrisa, porque es doloroso salir a la calle y ver a todo el mundo con cara cerrada, no ver a un niño jugando en la calle, no ver a un niño con un juguete en la mano, a una señora o a un señor tomándose un vaso de leche. Quisiera un mundo o una patria feliz, una patria libre donde se respeten los derechos de todos los ciudadanos, donde la opinión de cada ciudadano cuente para una decisión del gobierno. Es la Cuba que yo quisiera.

—Cuál es su visión para el futuro de Cuba y en esa Cuba soñada qué le gustaría hacer?

—El futuro, desde mi punto de vista, lo veo bastante oscuro. No sé decirte si es que ha llegado el conformismo al pueblo, a aceptar las cadenas que le han impuesto. No sé decirte si es que se ha dejado arrebatar sus valores, sus principios éticos, su moral, su dignidad, su honestidad, su valentía. Porque lo que está claro, es que hasta que el pueblo de Cuba no decida luchar por su libertad, el pueblo de Cuba va a seguir sumiso a la dictadura Castro-Canel. Vamos a seguir siendo esclavos de una dictadura hasta que no nos decidamos a obtener una libertad. Esto lleva un sacrificio y si el sacrificio tiene que ser con sangre, hay que pagarlo con sangre. Hasta que el pueblo de Cuba no decida eso, no le avizoro un futuro feliz.

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