Friday, October 18, 2024
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“Azúcar, ni para echarle al café” 

SANTA CLARA, Cuba. – Estos últimos meses, Yaíma Maineira, una emprendedora que se dedica a elaborar cakes por encargo y venderlos por redes sociales, debió subir el precio de sus pasteles a más del doble de su costo habitual por la tamaña inversión que supone la compra de azúcar en el mercado informal. Para racionar la poca que lograba conseguir, optó por endulzar las panetelas con leche condensada y cobertura de chocolate, en lugar de merengue, lo que condujo a que los precios de su catálogo de repostería se elevaran hasta 2.000 pesos. 

“Antes tenían salida diaria, pero ahora solo los hago por encargo y que me los paguen de antemano, porque he tenido consumir algunos ya terminados, por el tema del precio tan alto que no todos pueden pagar”, comenta la joven. También ejemplifica que muchos negocios similares al suyo han cerrado “no tanto por los huevos, como por el azúcar”. Un reportaje de este mismo mes publicado en el diario 14ymedio corrobora que en la capital también han dejado de funcionar varias dulcerías porque “las cuentas no dan” y sus dueños han preferido liquidarlas antes que gastar miles de pesos solo en azúcar.

Cada libra de azúcar “a granel” ha llegado a costar en La Habana más de 500 pesos “por la izquierda” y un poco más si se adquiere empaquetada por kilogramos. Recientemente, la actriz y activista Kiriam Gutiérrez hizo referencia en su perfil de Facebook a la escasez del producto tan preciado entre los cubanos: “Pienso en los tiempos en que hasta un milordo [agua con azúcar revuelta en un jarro con hielo] era a veces desayuno, merienda y hasta el postre (…). Es tan simple, yo solo quiero azúcar para tomar una taza de café en la mañana”.

“Compro azúcar”, cartel en una vivienda de Santa Clara (Foto de la autora)

Los paquetes de azúcar importada se comercializan a casi 1.000 pesos en micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes). Los propietarios de estos mercadillos se surten, a su vez, de terceros que la trasladan directamente de la Zona de Desarrollo del Mariel. Por las mismas promociones públicas en grupos de venta de Facebook se conoce que el precio de primera mano va desde los 0,98 dólares (USD) por kilogramo (azúcar brasileña) a los 36.500 pesos cubanos (el saco de 50 kilos traído de Guatemala). Un contenedor de 500 unidades de esta última equivaldría a más de 18 millones de pesos. 

Sin embargo, en una búsqueda por varios de estos establecimientos en Santa Clara, desde el Parque Vidal hasta la carretera a Sagua, no se halló en ninguno de ellos azúcar a la venta. Uno de los comerciantes dijo que muchos sienten temor de gastar su dinero en los referidos contenedores y que luego sea en vano. Aunque no especificó la razón que pudiera condicionar la pérdida de la inversión dejó claro que “los inspectores están que no perdonan”. 

A pesar de los altos precios que ha alcanzado el azúcar, en redes sociales se advierte el desespero de las familias que están dispuestas a pagarla a cualquier precio, sobre todo, aquellas que tienen menores en edad escolar. Yuleisy, una madre santaclareña, se ha visto obligada a comprar refrescos instantáneos, sobre todo los de sabor Coca Cola, para endulzar la leche del desayuno de sus hijos. “Lo peor es que los médicos te dicen que esos polvos son veneno para la salud, que pueden hasta afectar los riñones. Es duro pensar que, resolviendo un problema de alimentación, estoy creando uno peor, pero no tengo otra alternativa”.

Publicación en Facebook (Captura de pantalla)

El medio oficial Cubadebate reconoció el año pasado que la zafra 2021-2022 había alcanzado la producción más baja en más de un siglo debido a cuestiones como la obsolescencia que padece la industria azucarera y las “limitaciones para adquirir recursos para la reparación y mantenimiento de las maquinarias, el transporte y la industria”. Como resultado, se presentaron desde esa fecha fallas de la venta normada de azúcar mediante la libreta de abastecimiento. 

Por siglos, Cuba fue uno de los principales productores de azúcar del mundo, condición que, incluso, contribuyó a parte del imaginario que los turistas aún conservan de la identidad nacional cubana. A lo largo de la historia, la industria azucarera motivó la creación del primer ferrocarril de Latinoamérica, hechos insurreccionales como la tea incendiaria, períodos de vacas gordas y flacas, pretensiones de zafras millonarias y la “Tarea Álvaro Reynoso” que condujo a la paralización y desmantelamiento total de un número considerable de centrales. 

“Antes regalábamos azúcar y ahora ni para endulzar el café. La gente le está echando miel”, asegura Pedro Pablo, un anciano que se dedica a vender este producto en pomitos reciclados. “En mis 74 años jamás había visto que se perdiera la raspadura que, en mis tiempos, era cosa de pobres”, apunta. Los postres caseros que habitualmente han consumido los cubanos como el dulce de guayaba, los cocos acaramelados o el maní molido han alcanzado un precio nunca antes visto. De solo cinco pesos, una barra fina de este último ha llegado a valer unos 200 CUP o más.

La escasez de azúcar no solo ha afectado directamente al consumo familiar o el mercado privado. Muchos establecimientos del Estado que expenden variedades de café han tenido que racionarla y otros mantienen las azucareras vigiladas, porque se han dado casos de consumidores que intentan llevarse su contenido “a la cara, en una jabita”, según asegura un dependiente del bar Europa en Santa Clara. 

También en reseñas de vacacionistas que han visitado hoteles en la Isla se menciona que tanto en cafeterías como en las mesas bufé les han proporcionado miel o edulcorante en lugar de los paquetes tradicionales para endulzar infusiones y jugos. “Los dulces con falta de azúcar, incluso hay una sola azucarera para todo el lobby-bar que los dependientes tienen que esperar para ir [y llevarla] a otra mesa”, comentó recientemente una cliente identificada como Eileen en la página de Tripadvisor sobre su experiencia en el Iberostar Selection Varadero. 

A la par de la crisis con el azúcar también proliferan las estafas. “Hay que tener cuidado con lo que se compra en redes”, advierte Raiza Medida, clienta afectada por un timo. “Encargué una panetela con merengue por Revolico para el cumpleaños de mi hija y cuando la probamos no tenía dulce ninguno en el biscocho, sabía a bicarbonato”. 

Algunos establecimientos de repostería se mantienen trabajando con un surtido de azúcar que se consigue mediante vías no especificadas, “adquirida” quizá en los propios centrales que aún se mantienen en molienda. En el último año se han reportado decomisos de cargas de este producto, incluso a viajeros que han tratado de llevarlo consigo en equipajes personales hacia el occidente del país. “Me la trae un señor con mucho misterio, de la prieta, la que hace rato no se ve por ahí”, declara una dulcera de Santa Clara que pide el anonimato. “No le pregunto de dónde la sacó, ni me interesa. Lo mío es tener azúcar para mantener mi negocio”.

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