Tras el silencio informativo previo a las lluvias del pasado fin de semana, las autoridades cubanas se han apresurado a advertir de que este sábado y domingo se esperan tormentas en el occidente del país, especialmente en La Habana. En la capital, anegada después de varios días de lluvia y colmada de basureros, los residentes intentaban este viernes prepararse para varios días sin salir de casa.
En el municipio de Centro Habana son visibles las huellas de las continuas precipitaciones de las últimas jornadas, la gente hacía colas frente a panaderías, bodegas del mercado racionado y tiendas estatales en las que se venden los llamados “módulos liberados” que ofrecían solo detergente, aceite vegetal, cigarros y picadillo de pollo. El resto de las provisiones deben adquirirse en el mercado informal o en los comercios privados, con precios elevadísimos.
En la Plaza de Carlos III, el más importante centro comercial del municipio, la cola abarrotaba la esquina, y el desespero se notaba en el rostro de muchos de los que aguardaban. “Dicen que la cosa se va a poner fea”, temía una anciana que esperaba para comprar el módulo de su familia, también llamado “combo”. El Instituto de Meteorología ha previsto desde inundaciones costeras hasta lluvias intensas para este fin de semana.
La preocupación ha ido creciendo a lo largo de la mañana porque muchos temen que la ciudad esté muy indefensa ante cualquier inclemencia climatológica. “Esa basura que se ha acumulado ahí ya no hay tiempo de recogerla, ni trayendo al Ejército pueden evacuar eso antes de que el tiempo se deteriore más”, aseguró Javier, un vecino de la esquina de Rayo y San Martín, en Centro Habana, donde una montaña de basura se ha acumulado durante semanas.
En San Francisco y San Rafael la imagen se repetía, los desperdicios se amontonaban desde la esquina hasta prácticamente la mitad de la cuadra. Muchos de estos desechos, además, están ubicados sobre las bocas de las alcantarillas que deben drenar el agua de lluvia, un motivo más de preocupación para los residentes en las cercanías. Aunque el principal temor siguen siendo los posibles derrumbes.
“Nos vamos para casa de mi madre porque este techo está en muy mal estado”, aseguró a 14ymedio Yamilé, residente en la calle Gervasio esquina a Lagunas, en la barriada de San Leopoldo. “Aquí tenemos siempre el peligro de las penetraciones del mar”, detalla la mujer que vive a unos 100 metros del muro del Malecón. “Pero esta vez nos vamos no por las inundaciones sino porque le tenemos miedo a la lluvia”.
“Agua por arriba y agua por debajo, mala combinación”, añade Yamilé, que habita en un edificio de los años 20 del siglo pasado. “Como vivimos en un primer piso, la entrada del mar lo que más nos afecta es que contamina la cisterna, pero si además está lloviendo por días, entonces ya las filtraciones del techo son seguras”.
Las calles, anegadas y con un alcantarillado deficiente, parecen no poder asumir más agua si las precipitaciones continúan. “He tenido que moverme evitando los charcos pero es difícil porque hay por todas partes”, reconocía la empleada de un establecimiento estatal en la calle Infanta.
Los vientos de esta semana derribaron uno de los emblemáticos árboles del Parque de la Fraternidad, un punto neurálgico para el transporte de pasajeros dada la ubicación, en sus alrededores, de varias paradas de ómnibus y piqueras de taxis particulares. “Lleva más de 24 horas así y no han venido a recogerlo”, lamentaba un vecino del lugar que no solo temía mayores destrozos sino que creía que “ese árbol todavía se puede salvar”.
Después del mediodía, la situación empeoró y los vientos se han hecho más intensos sobre la ciudad, lo cual coincide con el pronóstico meteorológico de la inminente entrada a la Isla de un ciclón extratropical.
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