LA HABANA.- “Ana de Armas no se mete en política, pero se acuesta con ella”, fue la frase de una amiga cuando vio las imágenes publicadas por la revista ¡Hola! que confirman la relación sentimental de la actriz cubana con Manuel Anido Cuesta, hijo de Lis Cuesta Peraza, la esposa del gobernante Miguel Díaz-Canel. Las redes estallan y hay guion para rato, pues si bien Ana de Armas ha movido un mar de opiniones en los últimos años con motivo de sus frecuentes visitas a la isla, al exhibirse con este nuevo amor ha disparado la polémica a otro nivel.
Cuando en abril de 2023 la actriz viajó a Cuba con su entonces pareja, el millonario Paul Boukadakis –fundador de la aplicación Tinder- para celebrar su cumpleaños, lo hizo arropada por la condición única de ser “la cubana de Hollywood”, tras haber interpretado nada menos que a Marilyn Monroe. Precedida por aquel halo de exclusividad, muchos coterráneos en ambas orillas defendieron su derecho a venir y relacionarse con quien le diera la gana, a fin de cuentas su familia sigue aquí y en La Colmenita trabaja su amiguita de toda la vida.
Con menos entusiasmo fue visto el agasajo que le ofreció Miguel Ángel, chef particula de Lis Cuesta, pero la gente lo dejó pasar porque entonces Ana, la cubana, era Marilyn para el mundo, y ese rol tan selecto hizo desaparecer de muchas memorias su intervención en “La red avispa”, un filme que intentó lavarle la cara a la dictadura. Convenientemente algunos también evitaron hablar del silencio de la actriz cuando su hermano, Javier Caso, fue detenido e interrogado por la seguridad del estado. Hasta la fecha Ana de Armas no se ha pronunciado sobre el asunto, una actitud extraña que sus defensores justificaron, en su momento, con el derecho a no hablar de política.
Hoy la actriz insiste en no meterse en política, prefiere relacionarse directamente con el régimen. Mucha gente se muestra sorprendida y decepcionada. El aluvión de comentarios despluma a Manuel Anido Cuesta, mientras los oráculos de hace más de un año se dan gusto posteando un “se los dije” y la situación dentro de la isla empeora a cada minuto.
Lo de Ana de Armas se veía venir. Era demasiado el coqueteo con personas afines al gobierno, y ostensible su distanciamiento con respecto a la debacle socioeconómica que atraviesa su país. Las costuras de su presunta neutralidad empezaron a saltar hasta que, por fin, decidió “salir del closet”, y lo ha hecho ocupando titulares.
La chica Bond bien pudiera ser una agente de la contrainteligencia cubana colocada por un brazo muy largo en el epicentro de la producción cinematográfica mundial. Su salida de Cuba, su carrera profesional en España y su escalada dentro de Hollywood no se justifican solo con el “talento” demostrado hasta ahora, ni con su belleza.
Un espaldarazo en el pasado explicaría por qué ahora, después de haber logrado lo que ninguna otra actriz cubana, arriesga su carrera poniéndose en el centro de un escándalo tan desagradable, del brazo de un sujeto estrechamente ligado a la dictadura más longeva de América. Manuel Anido Cuesta no solo es el hijastro del hombre que dio “la orden de combate” y el hijo de una mujer que ha colgado en redes sociales los mensajes más desafortunados que se le podrían ocurrir a una Primera Dama (o como la llamen); también es un asesor puesto a dedo, que viaja al extranjero y vive la dulce vida a costa de Liborio, aunque ese detalle esté generando menos impacto que el romance de marras.
Ana de Armas acaba de “quemarse” públicamente y hasta da la impresión de que su paseo por Madrid con el nuevo amor, así como la cena de ambos en el lujoso restaurante Numa Pomilio con Rodolfo y Lourdes Dávalos –representantes de la dictadura en el Juicio de Londres-, es una puesta en escena organizada a toda prisa para tapar algo más grave, justo cuando caen ministros y viceministros cubanos enredados en casos de corrupción, y un día después de que el Tribunal de Apelación de Londres rechazara el recurso de apelación interpuesto por el Banco Nacional de Cuba contra el fondo inversor CRF, al cual adeuda 72 millones de euros.
Quizás Ana de Armas, además de sufragar los gastos de su novio, cuyo salario estatal jamás podría pagar un entrante en el aludido restaurante, tenga la intención de utilizar su patrimonio neto (estimado en 20 millones de dólares) para amortizar parte de la deuda contraída por el gobierno al cual asesora Anido Cuesta. ¿Quién sabe? El amor todo lo puede.
En cualquier caso, el caricaturista Alen Lauzán tenía razón, y la imagen suya que tantas ronchas levantó hace poco más de un año, ahora se explica por sí sola. Si Raspadura Girl es realmente una agente infiltrada en la meca del cine, debe estar preparada para lo que se avecina. Protagonizar el spin-off de la saga de John Wick podría no ser suficiente para sacudirse toda la mierda que acaba de echarse encima.