AREQUIPA, Perú – La ciudad amurallada de Harar al este de Etiopía. Para los habitantes de ese lugar, durante cinco siglos los ataques de hienas al ganado eran frecuentes. Los lugareños perdían la vida a manos de estos depredadores.
Sin embargo, gracias a Abbas Yusuf, hoy en día se puede caminar con tranquilidad y hay una coexistencia pacífica con estos animales salvajes.
Según el diario Orbe, citado por la agencia estatal Prensa Latina, Yusuf es también conocido como el “Hombre hiena” y siguió la tradición de casi cinco décadas de su padre, Yusuf Mume Salleh, de lanzar huesos con carne a las hienas para mantenerlas alejadas del pueblo.
Actualmente, esta práctica se ha convertido en una atracción turística para los visitantes más aventureros, que deciden alimentarlas con un palo al que atan un pedazo de carne en el extremo.
Cada noche, Yusuf emite sonidos singulares para llamar a las hienas y hacer que salgan de sus cuevas a comer. A veces, mujeres y niños locales lo acompañan para familiarizarse con los animales, ya que deben transitar cerca de su territorio a diario y así pueden evitar posibles ataques.
Es increíble pensar que estos animales, con mandíbulas y dientes lo suficientemente poderosos como para destrozar huesos, a menudo trepan sobre Yusuf como si fueran perros juguetones para conseguir trozos de carne.
Esta tradición ahora se ha unido a la práctica islámica: el décimo día del primer mes del calendario islámico, durante el festival de Al Ashura, los lugareños alimentan a las hienas con cuencos de avena en santuarios especiales.
Según la tradición, uno de los sheiks de los cuatro santuarios rotantes llama a las hienas y las alimenta con un tazón de puchero de trigo para bendecir el futuro de la ciudad en el año siguiente. Si la hiena come mucho, se espera un año de abundancia; si no, el periodo será poco próspero.
Otros creen que las ceremonias de alimentación se realizaban para calmar a las hienas en años de sequía y escasez, evitando así los ataques al ganado.
El vínculo de Yusuf con estos animales es tan especial que, según cuenta, una vez las hienas lo llevaron hasta su guarida, donde vivían los cachorros, como muestra de confianza.
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