Thursday, September 19, 2024
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A tres años del 11J, parece que fue hace un siglo

LA HABANA, Cuba.- Bajo una calma aparente se cumple hoy el tercer aniversario del 11 de julio (11J), aquel domingo en que la población cubana se cansó de morir mansamente de hambre y de COVID-19. El país tocó fondo, pero pronto descubrimos otros niveles de profundidad que nos siguen arrastrando hasta la fecha.

Los ecos de la rebelión ciudadana se extendieron en las calles hasta el día siguiente, cuando la represión, abierta o solapada, terminó de sacar de sus casas, muchas veces a la fuerza, a hombres y mujeres que fueron considerados líderes por haber gritado un poco más alto que el resto. Pero los efectos de aquel repudio masivo a un poder despótico y violento quedaron flotando en el aire de las ciudades militarizadas, en la tensión que se vivió dentro de las casas donde la gente se debatía entre el miedo, la incertidumbre y la esperanza mientras llegaban noticias sobre las golpizas propinadas, los más de mil nuevos presos políticos y un joven asesinado en el barrio La Güinera por la Policía Nacional Revolucionaria.

Todavía hoy son cientos los cubanos encarcelados por haber salido a las calles ese día, ejerciendo un derecho constitucional que el régimen de Díaz-Canel negó entonces y sigue negando a cualquier ciudadano que critique públicamente su gestión.

Tres años y más de un millón y medio de emigrados después, parece que ha transcurrido un siglo desde los sucesos que sacudieron la nación, a pesar de que la crisis económica, social y sanitaria no ha dejado de empeorar. El desgaste de tantos años sobreviviendo con menos de lo esencial, el hostigamiento a cualquier expresión de disidencia, la tozudez de un gobierno atascado en su propia incapacidad y la fuga incontenible de la población joven hacia otros países, principalmente Estados Unidos, ha diezmado las fuerzas populares que pudieran impulsar un estallido similar.

A partir del 11 de julio de 2021 el pueblo cubano escogió la huida en masa, visto que la fuerza bruta y el empecinamiento están del mismo lado. Desde entonces, todas las protestas antigubernamentales han sido reprimidas con mayor o menor ferocidad. En El Vedado habanero, Nuevitas, Caimanera, Baracoa, Santiago de Cuba o Juraguá, por solo mencionar las más sonadas en estos tres años, los manifestantes fueron repelidos por tropas especiales y paramilitares, y los presuntos instigadores cazados en las horas siguientes para dar escarmiento. 

Juicios amañados y condenas desproporcionadas de corte ejemplarizante, han puesto tras las rejas a personas inocentes que pasaron de la miseria material, causa primera de su descontento, a una miseria absoluta contra la cual no hay insurgencia posible.

Después del 11J el éxodo se ha encargado de reconfigurar el mapa social, económico y político de la Isla, más desprotegida que nunca bajo un régimen que utiliza la soberanía nacional como moneda de cambio por un contenedor de leche en polvo.

A excepción del COVID-19, todas las causas que motivaron aquella explosión social continúan vigentes, como también las tácticas de manipulación mediática y alivio momentáneo del malestar ciudadano para evitar mostrar el rostro peor de la dictadura y que la comunidad internacional se vea imposibilitada de ejercitar su hipocresía cotidiana hacia el tópico Cuba.

Las condiciones para tomar las calles y no volver a casa hasta que la caterva caiga o dimita son alimentadas cada día, pero la Isla ha cambiado tanto que una acción igual de masiva, esta vez definitiva, luce poco probable, aunque no imposible. La dictadura agoniza porque ha quedado atrapada en sus propias estructuras obsoletas que únicamente dejan espacio a la improvisación y la locura.

El 11J fue la única jornada de dignidad plena que ha gozado este sufrido pueblo en seis décadas. Es historia viva e inspiradora, aunque a ratos da la impresión de que hay prisa por olvidar. Ni las campañas para visibilizar el problema, ni el trabajo de las ONG, ni las intervenciones ante organismos internacionales de disidentes desterrados durante el mandato de Díaz-Canel han modificado la suerte de los procesos políticos a raíz de las manifestaciones.

Nada será suficiente si la voluntad de los cubanos que sufren a diario el escamoteo de sus derechos no se pronuncia de forma unánime o mayoritaria, máxime si el régimen no pierde oportunidad para intentar borrar la estela de coraje, vergüenza ciudadana y orgullo patrio que dejó aquella fecha. 

Si hoy el 11 de julio no es solo una estrella en el horizonte de nuestro pasado reciente es gracias a los inconformes, a cubanas y cubanos como Alina Bárbara López, José Luis Tan, Jenny Pantoja o Jorge Fernández Era, que revindican en su disminuido y amenazado espacio de albedrío individual el ansia de libertad de todo un pueblo.

ARTÍCULO DE OPINIÓN Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no necesariamente representan la opinión de CubaNet.

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