Friday, September 20, 2024
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A la elite castrista le espantan las protestas

LA HABANA, Cuba.- Fue por las protestas de los días 11 y 12 de julio de 2021 (11J) que muchos de los burgueses del socialismo postfidelista se enteraron, cual revelación divina, de la existencia de decenas de miles de paisanos suyos que no gozan de sus comodidades y privilegios. Pero lejos de compadecerse de ellos, les alarmó descubrir que esos compatriotas, en vez de estar agradecidos a “la Revolución y sus dirigentes” —que no llaman así, sino “esto”, “esta gente” y “estos sin…os”— les atribuyen la culpa de sus miserables condiciones de vida. 

Desde entonces, con un horrorizado espanto, en el que hay mucho de elitismo y racismo y cero empatía por sus compatriotas desfavorecidos, al ver las imágenes de los que descamisados, en chancletas, andrajosos, profiriendo insultos y palabrotas, protestan por los apagones y la falta de agua en Santiago, Nuevitas, Caimanera o Centro Habana, se quejan de su “mal aspecto, indecencia y chusmería”.

Hace varias semanas, una periodista del diario provincial de Santiago de Cuba, Sierra Maestra, no disimuló su desprecio por las personas que, en esa ciudad, ante los dirigentes del Partido Comunista, protestaron a viva voz por los apagones y la falta de comida.    

Esas actitudes despectivas son reforzadas por la narrativa oficial que, además de presentar las protestas como parte de un golpe blando instigado por el Gobierno norteamericano y el exilio anticastrista a través de las redes sociales, insiste en reducirlas a desórdenes y hechos vandálicos cometidos por quienes califica como “delincuentes, vagos y marginales”, y, en el mejor de los casos, “confundidos”.

A los dirigentes del régimen, que pregonaba ser “la revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes”, parece que no le sirven de mucho los incesantes recorridos por la geografía nacional. A fuerza de tanta coreografía, diálogos previamente ensayados, aldeas Potemkin y guardaespaldas, se les olvidó cómo lucen, cómo hablan y cómo suelen ponerse los humildes cuando ignoran sus quejas, sus necesidades, y los engañan, los desprecian y encima les caen a palos y tonfazos.    

En realidad, todos los cubanos que no gozamos de los privilegios de la elite y de las fortunas que han logrado amasar unos pocos por medios casi nunca limpios, sabemos que esos que tanto horror causan a los burgueses y acomodados del castrismo, son simplemente personas desesperadas por el hambre, la miseria y el ninguneo y la opresión a que han sido sometidos. ¿Cómo no entender su indignación, su ira?

Esos que hoy se horrorizan por las protestas de los pobres, ¿dónde quedó la emoción que sentían cuando Silvio Rodríguez cantaba: “¡Viva el harapo, señor, y la mesa sin mantel!”.

Resulta que los que nada poseen, ni siquiera la esperanza, además de tener la paciencia de Job para esperar que “la revolución” cumpla su promesa de no dejar a nadie desamparado, deben ser tan cultos como Abel Prieto y Miguel Barnet, tener modales exquisitos y vestir correctamente.

¡Que no jodan! Si nos hemos convertido en esa horda desesperada es debido a la falta de valores, a las fallas de una educación ideologizada, a la deformación bajo este sistema inicuo, al daño antropológico infligido a varias generaciones de cubanos, obligados a fingir y a ocultar sus ideas y emociones.

Los escandalizados paniaguados y vive-bien del castrismo, tan ocupados estaban en sus lujosas existencias y en sus viajecitos por el mundo en pos de comprar pacotilla, que hasta el 11J ignoraron cómo se malvive en los derruidos solares de Centro Habana, El Cerro y Diez de Octubre, y en las villas miseria y los “llega y pon” —no barrios marginales o insalubres, basta de eufemismos— de Arroyo Naranjo y San Miguel del Padrón.

Tal vez haya sido conveniente el susto que se llevaron los privilegiados y los poquísimos afortunados de esta sociedad, para que no sean tan insensibles y egoístas. Ahora que ya saben cómo se sienten los millares de compatriotas suyos que viven peor que las cucarachas, con hambre, sin agua ni medicinas y pendientes de que el techo no les caiga encima, es posible que entiendan mejor, cuando vuelvan a ocurrir, las razones de las próximas protestas. 

ARTÍCULO DE OPINIÓN Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no necesariamente representan la opinión de CubaNet.

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