Monday, January 6, 2025
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2025: el año de los inocentes

LA HABANA, Cuba. – Que el grupo Buena Fe se había largado de Cuba por parole humanitario casi me mata de la risa, no solo porque habiendo olvidado que era 28 de diciembre logró hacerme caer en la inocentada, sino porque en realidad los imaginé siendo “continuidad” del tecladista del grupo —que sí emigró a Estados Unidos hace unos meses, haciendo borrón y cuenta nueva en su ya tambaleante carrera— pero sobre todo de aquel Osvaldo Rodríguez, del grupo Los 5 u 4, que después de haber sido la banda sonora oficial de marchas, desfiles, congresos del PCC, actos de repudio y demás cotidianidades del castrismo, terminó en Miami, el “destino de moda” de los comunistas cuando los pasan a retiro. 

Igual la broma hubiera funcionado con el mediocrísimo Arnaldo Rodríguez, del Talismán, con el ultradesafinado Amaury Pérez, con Annie Garcés, la de los 60 y no sé cuántos miles de milenios, incluso con el “inefable” Raúl Torres pero sin dudas lo de bromear con los de Buena Fe quedó perfecto porque tienen esa “pinta” de agentones que los distingue del resto de los payasos del circo castrista. De hecho, se (de)formaron en una escuela del MININT y quizás porque usaron demasiado almidón para planchar el uniforme, aún no se lo pueden quitar.

Pero en medio de la broma, de las respuestas que provocó incluso de los músicos que se han visto obligados a reafirmar en sus redes sociales su “convicción revolucionaria” (no vaya a ser que algún censor distraído del Ministerio de Cultura los incluya en la lista de los apestados y ni siquiera los invite a una fiesta del CDR) el punto es que se trata de una noticia creíble porque encaja perfectamente en ese patrón de rupturas internas que se ha ido marcando de modo bien definido en medio de la peor crisis que ha enfrentado la dictadura en más de medio siglo.

Se puede caer inocentemente en la broma porque las grietas al interior del régimen hoy son tan profundas y extensas, tan colmadas de decepcionados, renegados, radicales, reformistas y, sobre todo, de disidentes que no es nada raro que ocurran rupturas en las capas más externas del ente totalitario (artistas, científicos, técnicos, directivos, funcionarios, familiares de estos son parte de esa “capa exterior”). Y ese es el componente fundamental de la más reciente oleada migratoria que, por ser la parte más visible del sistema, deja a la vista un cuerpo en carne viva que jamás vimos en tal grado de decadencia, de putrefacción.

Por eso la broma funciona, porque no busca tanto ridiculizar a quienes ya con sus propios actos y ofensas, con su mala fe, han quedado en ridículo frente a la que fuera su fanaticada (que al sentirse traicionada los abandonó, dejándolo literalmente solos en más de un escenario) sino que, mediante el chiste de la escapada, persigue exponer el cuerpo enfermo y abandonado de una dictadura que vive sus últimas horas. No porque ha sido derrotada por el “enemigo” sino porque descubre, primero, que el verdadero monstruo habita en su interior, y segundo, que su piel hecha de infieles se cae a pedazos.

De cierto modo, la broma del 28 de diciembre pasado, las reacciones provocadas, sobre todo de esa mayoría que da crédito a cualquier cosa que pase en Cuba porque esto ya no es un país, ni siquiera una finca, sino una bomba de tiempo —y eso no puede hacer reír a nadie en sus cabales—, son como un presagio de cómo estaremos de “humor noticioso” para el año que comienza, donde pocas cosas se anuncian como buenas para los comunistas, teniendo como disparo de arrancada la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca, el cierre de la frontera, las deportaciones, el freno a las remesas controladas por los militares, en fin, la olla de presión nacional a fuego vivo y teniendo por meta un crecimiento del PIB del 1 por ciento.

Si en 2024 anunciaron apenas un 2% de crecimiento económico, que luego la CEPAL rebajó a 1,3, y ya para diciembre era menos de 1, casi 0, ahora que dicen ellos aceptar el fracaso desde una perspectiva más “realista” (con dolarización, hambre y apagones convertidos en ley) vamos instituyendo el nuevo desastre al que asistiremos en breve y por más de 365 días.

Al nuevo año vamos entrando sin resultados económicos pero con “marcha del pueblo combatiente”, con intransigencia, con el saco de carbón en 2.000 pesos, con la libra de carne de cerdo a 1.000 y con una tasa cambiaria del dólar en la calle que no responde a nada ni a nadie sino tan solo a la locura y la imbecilidad que nos afectan como pueblo enloquecido e idiotizado. Entraremos con más catástrofes naturales, accidentes, más corrupción, más destituciones, todas como señales de abandono y desespero, pero sobre todo con más noticias de buena y mala fe que leeremos como si fuesen bromas del Día de los Inocentes porque, al parecer, en Cuba entre promesas sin cumplir y planes fracasados la fecha se celebrará durante todo el año 2025.  

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